Carlos J. Pérez García.
En tiempos difíciles, de errar nadie se escapa… ni ante los países ni las pandemias, ni por parte de las autoridades ni de sus críticos o adversarios. Y, ojo, las correcciones se vuelven tan necesarias como lejanas.
Por su desesperación nuestro presidente tiende a radicalizarse tal como le sucedió al osado socialista chileno Salvador Allende, quien igual llegó a la presidencia por la vía democrática y luego murió en el golpe de Estado de 1973.
Eso sí, me parece muy bien que la semana próxima empiece a denunciar fraudes fiscales por miles de millones de pesos con facturas falsas, a cargo de autoridades hacendarias de los gobiernos de Peña Nieto y Calderón. ¡Duro contra la impunidad, aunque nos podamos distraer de otros temas relevantes!
Advertíamos en este espacio que, entre agravios y resentimientos, el odio y la radicalización crecen no sólo en los ataques de unos sino también en los intentos de defensa de los otros. Hace tiempo decidí no odiar y lo mismo dice el primer mandatario, pero esto se está saliendo de control con graves riesgos.
Al respecto alguien escribió en forma muy sencilla: Ya descifré lo que significa “La cuarta transformación”. Las tres anteriores serían la Guerra de Independencia, la Guerra de Reforma y la Revolución Mexicana. ¿Qué tienen en común? Dos cosas: Primera, fueron guerras; segunda, se asociaron al descontento social en una nación dividida.
Y se pregunta qué está pasando. Pues que un tipo promueve nuestra división y ha generado gran descontento social, lo que de seguir así va a llevar a una Guerra Civil que finalmente pueda consumar una cuarta transformación. De ello —agrego yo— se debe derivar a mayor plazo un cambio mejor que el planteado por López Obrador, pero no le explican a la gente que esto podría tener un elevado costo en vidas humanas y en mayor miseria.
Ahora, oigan, nos ofrecen odio contra odio o rencor contra rencor y simplismo contra simplismo. La verdad, AMLO ha sido muy eficaz como comunicador e impulsor de todo esto, en paralelo a sus graves fallas y fracasos… Veremos qué pasa con 1) la economía y el empleo, 2) la pobreza, 3) la corrupción y 4) la violencia.
Es así que de la esperanza o el beneficio de la duda se pasó a un arranque de gobierno tan deslucido como malogrado, el cual resultó intenso pero desaprovechó oportunidades y tumbó el crecimiento económico y la creación de empleos. Vino entonces la terrible pandemia que fue subestimada por el presidente con retrasos e incongruencias en las tibias medidas de emergencia, lo que nos aleja más de su control y la crucial recuperación.
La conjunción de desaciertos y el repudio de millones contra el apego o complicidad de otros millones de mexicanos, podrán conducirnos a un verdadero pandemónium que agrave y alargue las más graves crisis de retroceso económico, polarización social e inestabilidad política. Es muy triste, aunque queden atrás los escándalos.
¿Seremos un pueblo que no tiene nada que perder? ¿O acaso podremos evitar todo eso para no derramar tanta sangre ni tener que repartir culpas?
* ALGUNOS LECTORES NOS PUEDEN ver como malquerientes de AMLO. Sin embargo, ante las causales para excomunión, de su confusa ideología no me preocupo aunque se opusiera un poco a la mía, ni tampoco de que trate de combatir la corrupción como yo mismo lo he exigido a lo largo de años, por lo que no me pongo el saco de sus ataques. A mí ni me desagrada tanto el actual presidente, pero he aprendido a repudiar sus burdas políticas y mentiras.
A su vez, hay puntos que han pensado no pocos lectores y luego tengo la fortuna de coincidir y escribirlos, de tal manera que ellos se identifican con mis observaciones. No todos, claro, aunque ojalá más que los que en su derecho prefieren no leerme por sus respetables razones.
* ESTOY ORGULLOSO DE LOS logros de Adriana Ochoa, mi amiga muy querida desde hace más de 25 años. Igual, me entusiasma lo que ella podrá lograr al frente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación en la Universidad.
@cpgarcieral