Hilde Menéndez.
“Juventud, divino tesoro” Rubén Darío.
Continúa en todo el mundo la emergencia sanitaria por la propagación del virus SARS-CoV2. Algunos países van relajando las medias, mientras que otros (los que entramos más tarde al escenario epidémico) seguimos enfrentando el crecimiento exponencial de los casos de COVID-19.
Esta pandemia nos ha tomado por sorpresa y ha generado ya estragos en distintas actividades sociales, pero también nos ha venido a enseñar varias cosas.
Nos ha obligado a buscar un balance entre el derecho a la salud y la libertad económica. Especialmente para aquellas personas que viven al día y carecen de la protección que brindan los servicios de seguridad social.
También nos ha mostrado la importancia de la participación social. Para que Guate mejore se requiere que trabajemos juntos y que cada quien contribuya con lo que le corresponde.
Y especialmente quiero resaltar el papel de los más jóvenes. Su participación es clave para llevar a buen término esta epidemia y también lo será en el proceso de recuperación posterior.
Durante la emergencia sanitaria, es a los jóvenes a quienes más se les facilita la utilización de las tecnologías de la información y comunicación, innovando para enfrentar los retos que plantea el aislamiento social.
Algunas de las herramientas y estrategias que se están desarrollando durante esta cuarentena podrían quedar implementadas de manera definitiva en la nueva normalidad, mejorando la eficiencia en el trabajo, educación, gobierno y otras áreas.
Pero la importancia de esta generación no radica sólo en su creatividad y adaptabilidad, sino que también será muy importante su desempeño como creadores de riqueza.
Desde el 2015 el país inicia a experimentar el “bono demográfico”, una circunstancia en que la población entre 15 y 34 años de edad es la más numerosa, proporcionando una oportunidad de oro para impulsar el desarrollo de manera significativa.
Guatemala necesita a los jóvenes. Son los jóvenes de hoy quienes sacarán adelante al país durante la recuperación económica que se avecina. Desde los puestos de empleo, como profesionistas independientes o como emprendedores, será necesario su empuje para generar mejores condiciones para los guatemaltecos.
También el idealismo y el entusiasmo característico de los jóvenes deberá ser el impulso fuerte de las medidas a tomar y el combustible de la tenacidad con que habrá de activar la economía, potenciando los distintos ámbitos del desarrollo nacional.
Para ello, por supuesto se requiere invertir en la educación y el bienestar de los jóvenes, ofreciéndoles oportunidades para que exploten su talento y las herramientas de capacitación para encontrarse en niveles de competencia internacional.
Porque, hay que decirlo, también ha sido la juventud una característica de quienes han desestimado los riesgos de la situación que atravesamos, incurriendo en desacato de las disposiciones presidenciales.
Ejemplo de lo anterior es la fiesta clandestina celebrada en la tienda de muebles O3, ubicada en la carretera a El Salvador. Donde dejaron de observarse las medidas de sana distancia y la prohibición al consumo de alcohol.
Por supuesto que, en el caso concreto, es obligación del Ministerio Público asegurar el imperio de la ley e imponer las sanciones a quienes resulten responsables de dicho acto. En lo que ha respondido muy bien.
Pero creo que es importante ir más allá en la reflexión para darnos cuenta que, la juventud está llena de contradicciones, pudiendo ser grandiosa y miserable a la vez, como diría Pascal.
Por ello es hoy más importante que nunca la concurrencia de todos los sectores de la sociedad para ofrecer a los jóvenes las oportunidades que reclaman y los espacios para que expresen y desarrollen sus talentos, con eficiencia en el uso de los recursos e inclusión en el crecimiento económico
Si no actuamos ahora, esta oportunidad puede convertirse en una “bomba demográfica”, caracterizada por la falta de oportunidades y la exclusión de los más jóvenes, con graves repercusiones para todos.
Con un gobierno nuevo como este y en una situación de crisis mundial, los jóvenes no pueden darse el tiempo para reclamos del pasado, deben quitarse el lastre heredado por generaciones anteriores, que los menos que hicieron fue pensar en la generación es venideras, es decir, en la generación de hoy.
Este es el momento para convertir a la “generación COVID” en el motor que promueva el desarrollo y la democracia en el país, con su entusiasmo, energía y creatividad, para una Guatemala más grande y más próspera.