Unidad en la diversidad. ¡Viva la discrepancia!

Isaías Villa González*.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha manifestado con toda claridad y sin ambages su convicción e intenciones autoritarias, al afirmar que sólo hay un camino de transformación y sólo una persona (él) con la verdad. Cualquier discrepancia o matiz, es conservadurismo hereje. “Nada de medias tintas, o somos conservadores o somos liberales; o se está por la transformación o se está en contra de la transformación”.

Ya el historiador Enrique Krauze, a quien AMLO denostó como Lucas Krauze Alamán, le ha puesto en su lugar, cuando le recuerda que los liberales de la Reforma (Juárez, Ocampo, Lerdo de Tejada, et al) estuvieron comprometidos con la división y el equilibrio de poderes y con la libertad de expresión, mientras los conservadores, como Lucas Alamán, “favorecieron la concentración absoluta de poder en un líder iluminado, sin libertades y con un ejército potente”. Rematando “el presidente López Obrador está más cerca de la tradición dictatorial que de la liberal”. Sin duda.

AMLO lleva peligrosamente las cosas al extremo ¿qué harán sus seguidores, si con los herejes no se pacta, ni puede haber el mínimo entendimiento? Esto es el huevo de la serpiente del fascismo. El siguiente paso, tras la polarización y la confrontación, sería declarar la suspensión de garantías y el Estado de excepción. Carl Schmidt, ideólogo del nazismo, sostenía que la esencia de lo político es la “distinción entre amigo y enemigo”; que sólo una situación de guerra crea los mitos y el personaje guía; y rechazaba a la democracia liberal al acusar que su pluralidad impedía la unidad nacional, proponiendo la dictadura como posibilidad de orden. ¿Les suena?

Es cierto que la grave situación de México requiere un esfuerzo extraordinario. El derrumbe de la economía, la persistencia de la inseguridad pública, agravados por las necedades, ineficiencias y corrupción del gobierno de AMLO, vislumbran un panorama desolador tras la pandemia del COVID19.

Sería deseable, por tanto, más que una polarización, que un presidente con visión de estadista convocara a la Unidad Nacional para salir adelante. Pero ello supondría también construir puentes de entendimiento; fomentar el diálogo de los partidos en las cámaras del Congreso; convocar a los poderes, a los Gobernadores; reflexionar con los especialistas; ser abierto, receptivo, a las críticas, y a modificar y/o matizar políticas y proyectos públicos. Bien, si no existe tal estadista las fuerzas opositoras y de la sociedad tendrán pronto que construir ese referente.

El desprecio de AMLO a las virtudes y posibilidades de la democracia es entendible, que no justificable, por su historia; siempre le han estorbado y molestado. Lo lamentable es que un conjunto de personajes y militantes provenientes de la izquierda y del espectro liberal que le acompañan se mantengan sumisos: luchamos décadas contra el autoritarismo, el pensamiento único, las imposiciones, la represión asesina. Se les ha olvidado que en un régimen democrático y libertario se vale discrepar. Pretenden ignorar la profundidad de aquellas líneas conceptuales expresadas en las consignas de unidad en la diversidad y del ejercicio del apoyo crítico. Por eso, hay que dejar constancia, efectivamente y con sus matices, veremos donde se planta cada quien. Dos frases históricas por ello: Ricardo Flores Magón, revolucionario líder del Partido Liberal Mexicano (en realidad anarquista), periodista crítico feroz del dictador Porfirio Díaz, discrepante de Francisco I. Madero, dijo  “No hay virtud en el servilismo”; a su vez el Rector Javier Barrios Sierra, con toda dignidad en aquellos tiempos aciagos de 1968, enarboló el espíritu liberal y progresista del movimiento estudiantil y popular y lo sintetizó en una consigna “viva la discrepancia”.

*Consejo Nacional del PRD

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