Por. Ah-Muán Iruegas
Se dice hasta el tedio, que Claudia Sheinbaum es una presidenta muy popular. Que supera su propio récord en las encuestas respectivas. Pero eso no evita que la señora presidenta tenga un flanco muy débil. El frente internacional.
La Casa Blanca ha dicho que el gobierno mexicano es un aliado del narcotráfico. Y aunque la señora presidenta diga que la afirmación es calumniosa, la casa presidencial estadounidense nunca se ha retractado de su afirmación.
El secretario de Estado, Marco Rubio, ha dicho que en algunas partes de nuestro país no gobierna el “gobierno”, sino el narco. Lo cual es una afirmación que el gobierno mexicano simplemente no puede contradecir. Pues es cierta.
Hace unos días, el presidente Donald Trump amenazó con nuevos aranceles a México, por una supuesta deuda hídrica que le debe nuestro país a Estados Unidos. Lo cual es debatible. Pero no evita que en cualquier momento, dichos aranceles se puedan imponer.
Los aranceles también han sido utilizados como un garrote de los yanquis para forzar al gobierno mexicano a “cooperar” con EE.UU. en materia de migración y combate al fentanilo. En ambos temas, el gobierno mexicano se doblegó; mandó guardias nacionales a la frontera para hacer de “cherifes” al servicio de los Estados Unidos. Y ofrendó a 29 narcos al gobierno de Trump, para congraciarse con él.
Cada mes, los Estados Unidos vienen con una nueva petición. Y Claudia Sheinbaum cumple obedientemente los dictados del Norte. Por lo cual es predecible que Trump tendrá cuatro años a Claudia, bailando al son que toca.
Aunque con la cuestión del agua, Claudia “le puede fallar” a Donald Trump. Pero no por falta de servilismo. Sino porque no tenemos agua suficiente en nuestro país.
Así, vemos que el gobierno de México no puede enfrentar con solvencia los problemas internacionales que ha tenido con Trump.
Todos los problemas anteriores se refieren a nuestra relación con los Estados Unidos. Pero también tiene México problemas con organismos internacionales. En especial la OEA y la ONU.
Ante la OEA, en particular su Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la 4T tiene pavor. Adán Augusto López y su grey, salieron corriendo de la Cámara, cuando la oposición pidió que se sometiera a ese órgano de la Organización de los Estados Americanos el caso del campo de exterminio/entrenamiento del Rancho Izaguirre, en Jalisco.
Con eso lograron romper el quorum y evitar el altísimo riesgo de que la OEA haga pedazos al gobierno mexicano por los camposantos que pululan en nuestro territorio.
Ante la ONU, el senador Noroña, de alcurnia (es un decir) izquierdista, prodigó una risible perorata para descalificar a un funcionario internacional que osó decir que en México hay desapariciones forzadas.
Resonaron también las palabras de la dirigente morenista María Alcalde, haciendo esfuerzos penosos por negar la existencia de tales desapariciones. Alcalde tiene ya experiencia en el maquillaje de cifras de delitos, para tratar de disimularlos. Y se autoinmoló al declarar de modo suicida, durante el sexenio de AMLO, que no estaban “desapareciendo a los desaparecidos”; pasando a la Historia de México con semejante torpeza.
Es probable que el problema de las desapariciones forzadas en México, sea elevado a la Asamblea General de la ONU aproximadamente en septiembre próximo. Y que el gobierno mexicano siga con su narrativa de que “en México no hay desapariciones forzadas”. Mientras todo el mundo ve, todos los días, cómo desaparece la gente.
Es verdad que el término “desapariciones forzadas” se refieren a que las autoridades fueron quienes desaparecieron a las personas. Pero para que el uso de dicho término sea aceptable, es suficiente que la respectiva desaparición se haya realizado con la “aquiescencia” de la autoridad. Lo cual es incuestionable tanto en el caso del Rancho Izaguirre, como en cuanto a la existencia y operación de docenas de campos de exterminio o asesinato, que pululan por diversos lugares de nuestro país.
En el frente internacional, el gobierno se comporta como un adolescente en “etapa de negación”. Ha dicho que en México “no hay fentanilo”, que el gobierno mexicano “no es un aliado del narco” y ahora que en México “no hay desapariciones forzadas”.
Lo que sí suena verdaderamente forzado, es el argumento reiterado ya tres veces en el flanco internacional por el morenismo, que niega todos los problemas del gobierno mexicano, cuando no los logra resolver.