Una maravilla del manejo de medios y la propaganda estilo castrista de este grupo político. La Verdad Histórica de los Crímenes del Rancho Izaguirre es la siguiente: “No era un campo de exterminio, era un campo de exterminio”.
Veamos: el gobierno niega que Teuchitlán haya sido un campo de exterminio, pero el mismo gobierno informa sobre la detención de un sicario que exterminaba ahí a quienes se negaban a ser reclutados.
El secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch dejó en entredicho la narrativa oficial, al anunciar que “en el Rancho Izaguirre de Teuchitlán se adiestraba y privaban de la vida a reclutas, también los golpeaban y torturaban.
García Harfuch es el mejor funcionario de la administración: se entiende por qué López Obrador se lo tumbó a Sheinbaum para la jefe de Gobierno, y sólo le permitió designarlo en SSC. Una segunda afrenta se le hacía mucho.
En cambio, el Fiscal Gertz Manero, protegido de López Obrador, fue al campo de exterminio y eliminó fosas, hoyos crematorios y montones de zapatos, mochilas y prendas de ropa que recordaban al campo de exterminio de Auschwitz.
Y Jesús Ramírez, el entenado político de López Obrador, activó a los gritones de valla de gallos (les llaman youtuberos) para decir que estuvieron en el rancho y indicios de campo de exterminio: como se los dejó Gertz.
“Muchas de las personas desaparecidas, efectivamente querían desaparecer”, le dijo un gritón en el oficial canal Once, a otro entenado de López Obrador, el Señor de las Antenas, Jenaro Villamil. Pura banalidad del crimen.
Lo peor son el desprecio y el olvido del gobierno hacia las madres buscadoras de desaparecidos. Pero más difícil de creer que ese desprecio y ese olvido vengan de una mujer y una madre, que es la presidenta Claudia Sheinbaum.
Han sido apartadas y anuladas las madres buscadoras, quienes fueron las que encontraron y dejaron testimonio gráfico de lo que allí había: es una falta de empatía descorazonadora por parte de la presidenta de la República.
La primera mujer presidenta de México llegó al poder con el lema “Llega una y llegamos todas”. Era para cumplirlo ante estarás mujeres a quienes el crimen organizado les ha desaparecido a sus hijos, hijas, esposos, madres, padres, abuelos, abuelas, todo tipo de familiares.
Pudo la mandataria ir al rancho y revisarlo, acompañada de las madres buscadoras: mostrarles empatía como madre, mujer y presidenta de todas y todos los mexicanos. Pero hizo lo contrario: les llamó “carroñeros”.