Raúl Flores Martínez.
La sonrisa de Cuauhtémoc Blanco al conocer que la Sección Instructora de la Cámara de Diputados, presidida por el diputado Hugo Éric Flores, desechó la solicitud en su contra, es mucho más que un gesto de alivio o satisfacción.
Es la sonrisa del poder impune, la sonrisa de quien sabe que cuenta con la protección de Morena y el Partido Verde para salir indemne de las acusaciones que lo señalan. Es una sonrisa que agrede, que insulta y que lastima profundamente a las mujeres de México.
Con los votos a favor de Morena y el Partido Verde, la Sección Instructora concluyó que la carpeta de investigación tenía diversas deficiencias. Pero la verdadera deficiencia no está en el expediente, sino en el sistema de justicia que ha sido secuestrado por la política y las lealtades partidistas.
La sonrisa de Cuauhtémoc Blanco es el símbolo de un pacto de impunidad, de una red de protección política que no solo lo blinda ante la ley, sino que le otorga carta blanca para continuar su camino de abuso y violencia sin consecuencias.
Mientras los operadores políticos de la Cuarta Transformación se felicitan entre sí por proteger a uno de los suyos, las víctimas quedan en el olvido. La o las mujeres que han sido acosadas o violentadas por Cuauhtémoc Blanco ven esa sonrisa y entienden el mensaje claro: la justicia no es para ellas.
La justicia es para quienes ostentan el poder y para aquellos que saben cómo jugar las cartas dentro del juego político.
¿Qué más tiene que pasar para que los seguidores y aplaudidores de la 4T se despierten y entiendan que su proyecto político está protegiendo a presuntos delincuentes? ¿Cuánto más deben soportar las víctimas antes de que alguien tenga el valor de romper este pacto de silencio y complicidad?
La sonrisa de Cuauhtémoc Blanco no es solo una burla a la justicia; es una agresión directa a cada mujer que ha sido silenciada, ignorada y revictimizada por un sistema que protege a los poderosos y castiga a las víctimas.
La sonrisa de Cuauhtémoc Blanco es una sonrisa de poder, sí, pero también es una sonrisa de violencia, de impunidad y de complicidad. Una sonrisa que deja claro que, en México, mientras tengas las conexiones adecuadas, puedes hacer lo que quieras.
Y eso, en un país donde las mujeres mueren y son violentadas todos los días, es una tragedia que no puede ni debe ser ignorada.