Juan Hugo de la Rosa García*.
En ocasión del Día mundial del agua (22 de marzo), es conveniente retomar y poner el tema en la Agenda. Asumir la cruda realidad y el desafío que nos plantean el cambio climático y la persistente depredación ecológica, traducidas en sequías recurrentes, escasez y contaminación del agua a nivel global.
México no escapa a esta alarmante situación, que va más allá de nuestros contrastes regionales, en donde la disposición de agua renovable y las precipitaciones pluviales son muy diferenciadas en el país. Se atraviesa una situación crítica de sequías, que en los últimos años (2022) han abarcado más de 65% del territorio nacional, aunadas a elevadas temperaturas que incrementan el estrés hídrico. También, sobreexplotación y una alarmante contaminación de los cuerpos de agua, por vertimientos industriales y residuales, erosión de suelos, uso de químicos.
Como político de izquierda, deseo refrendar dos definiciones básicas: 1) El agua es un derecho humano que no debe estar supeditado al mercado, como mercancía accesible solo para ciertos sectores; 2) Los compromisos establecidos en la Agenda 2030 de la ONU para el desarrollo sostenible son ineludibles: lograr acceso universal al vital líquido; mejorar su calidad, reduciendo elementos contaminantes; eficientar los recursos hídricos, protegiendo y reestableciendo los ecosistemas relacionados con el agua.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha expresado con claridad estos compromisos. Y ello es de reconocerse, frente a la difícil realidad en nuestro país. Uno de las primeras acciones de su gobierno fue presentar (2-XII-24) el Plan Nacional Hídrico 2024-2030, cuyo objetivo es “garantizar el derecho humano al agua en cantidad y calidad suficiente; asegurar la sostenibilidad de nuestros recursos y fomentar un manejo adecuado y responsable del agua en todos sus usos”.
Ya en las acciones contempla: Terminar con la visión neoliberal de privatización del agua, al limitar y revisar las concesiones; un programa de tecnificación que eficiente el uso del agua en el campo; elaborar en conjunto con Estados y Municipios un plan maestro de infraestructura, con 16 proyectos estratégicos que atiendan las zonas de “mayor estrés hídrico”; sanear ríos, empezando por el Lerma-Santiago, Atoyac y Tula.
El cambio de relación con el sector privado, ha propiciado la firma de un Acuerdo para que concesionarios devuelvan 2 mil 500 millones de metros cúbicos de agua a fin de destinarlos a consumo humano. Y compromete inversión privada por 16.4 mil millones de pesos.
El 12 de marzo pasado, en voz de Efraín Morales, Director de CONAGUA, y en presencia de la presidenta Claudia Sheinbaum, se presentaron significativos avances del Plan. Un compromiso de inversión sexenal en obras de infraestructura hidrológica por 122.6 mil millones de pesos. Solo para este año el monto será de 15 mil millones, beneficiando a 36 millones de personas.
De forma destacada, a nuestro querido Estado de México se destinará una inversión de 2 mil 516 millones de pesos. El proyecto es reforzar el abastecimiento de agua y mejorar el drenaje en los Municipios donde es mayor el estrés hídrico. Tales obras beneficiarán a un estimado de 6.4 millones de mexiquenses, de Chalco, Chicoloapan, Chimalhuacán, Ecatepec, Ixtapaluca, La Paz, Nezahualcóyotl, Texcoco, Tlalnepantla y Valle de Chalco.
Como legislador federal y mexiquense externo un reconocimiento a estas acciones de la presidenta Sheinbaum y de su gobierno; y estaré atento para coadyuvar en esta importante prioridad.
*Diputado Federal (MORENA), LXVI Legislatura
