Rubén Cortés.
Eliseo Diego volvió a Miami, esa concha nacarada bañada por el Atlántico, de la que le atraían sus atardeceres color dorado navideño. Miami inspiró su novela Caracol Beach. Ahora, 14 años después de su muerte en México, Lichi regresó con el documental En un rincón del alma, de Jorge Dalton.
No pudo ser mejor momento histórico para que regrese al Miami cubano el verbo de Lichi: pacífico, culto, compasivo, de profunda raigambre patriótica. El Miami cubano de hoy es acentuadamente trumpista y vive agraviado, lacerado. A ese Miami le haría bien visitar y revisitar la obra de Lichi.
El Miami de estos días debería de escuchar con atención el mensaje final de Lichi en el documental de Dalton, presentado en el Koubek Center:
“Que se acaben las diferencias entre un cubano y otro cubano, que pueda regresar a su país quien quiera; sin revanchas, sin espíritu vengativo, que regrese a invertir, hacerla crecer y a desarrollarse, como esa pequeña isla merece. De ese encuentro, no político, sino real, que haga saber que ésa es tu casa, que puedes entrar todas las veces que quieras, y regresar a vivir y regresar a invertir y regresar a trabajar y a soñar por esta isla”.
Aunque nunca es tarde si la dicha es buena, es una lástima que En un rincón del alma se conozca en Miami 10 años después. Dalton lo filmó con una cámara de formato casero el 1 de enero de 2010 en el departamento de Lichi en la CDMX, frente al Parque Hundido.
Lo más impresionó a los presentes en el Koubek Center fueron las escenas, poco vistas antes, sobre la rutilante Habana anterior a la Revolución, y las posteriores: la represión salvaje de los homosexuales, las extensas colas para comprar un pedazo de pan.
La reseña de Federico Hernández en 14Ymedio.com lo revela:
“El público estalló en aplausos y gimoteos. Uno de los más conmovedores retratos que se hayan hecho nunca de La Habana, ese luminoso crisol de ambigüedades y maravillas, lirismo y contradicciones, que la hacen única como ciudad y como experiencia humana”.
Pero lo mejor de En un rincón del alma no son las imágenes, sino el mensaje del protagonista:
“Amigos y enemigos de la Revolución cubana, compañeros y gusanos, escorias y camaradas, compatriotas de la isla y del exilio, han reflexionado sobre estos años agotadores desde las torres de la razón o los barandales del corazón en medio de una muralla de ideas, donde el culto a la personalidad de los patriarcas de izquierda y de derechas, la intransigencia de los dogmáticos y las simulaciones de ditirámbicos tributarios vinieron a ensordecer el diálogo en las dos orillas del conflicto”.
Escuchar y leer a Lichi: nada mejor.
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