Lo que pide Claudia

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Es perfectamente entendible que Claudia Sheinbaum hable bien de México. Le reclamaríamos lo contrario.

Pero la presidenta con A nos quiere vender un país que no existe más que en delirio de una 4T que se asume transformadora cuando lo que ha destruido es mucho más de lo que ha transformado. Desea y exige que todos los mexicanos asumamos una utopía como realidad.

Las conferencias mañaneras han sido por años un crisol que pretende fundir la discusión nacional en una interminable y fantasiosa narrativa donde lo mismo tenemos un sistema de salud pública similar al de Dinamarca, el aeropuerto más lindo del mundo, orígenes precolombinos puros e infalibles que niegan el mestizaje, moderna sabiduría popular y -faltaba más- un prohombre que propició todo eso y aún más.

Sheinbaum ofrece certezas donde más bien hay dudas e inconsistencias. Eso sí, exige que creamos todo sin chistar. En Palacio Nacional esperan credulidad absoluta y desprecian la más mínima crítica. Si algo anda mal en la gestión pública el cáncer es heredado, la responsabilidad se traslada al pasado y los compromisos se embargan a la fe presente y futura del pueblo bueno.

La primera mujer presidenta en México no tiene empacho en reproducir a la letra todo lo que dijo e hizo el hombre sin cuya voluntad no hubiera llegado a la silla presidencial, y a cuya sombra ella misma se acoge. Presume que llegaron todas y quizás no llegó siquiera ella.

Aunque miente todo el tiempo, Claudia pide que no demos por hecho nada hasta que se nos diga la verdad oficial, que a menudo se antepone a la terca realidad expuesta. Niega lo innegable hasta la ignominia, pero exige que le creamos sin chistar.

Claudia pide que no le llamemos narco-presidente a su mentor, aunque cada día surjan más evidencias de que AMLO entregó su destino y el de México al crimen organizado.

Claudia pide que dejemos en paz al expresidente que hoy trabaja de presidente tras bambalinas. Le preocupa más la imagen del tabasqueño que las familias de los muertos y desaparecidos en todo el territorio nacional.

Claudia pide que no le llamemos campos de exterminio a los campos de exterminio.

Claudia pide que no nos olvidemos de Felipe Calderón y Genaro García Luna, que dejaron el poder hace más de una década pero que siguen y seguirán siendo culpables del desastre nacional.

Claudia pide que creamos que Andy López Beltrán no controla su partido y su gobierno, lo que no se tragan ni los mismos morenistas, que prefieren una foto con el heredero que con la mandataria en supuestas funciones.

Claudia está atrapada en sus sueños setenteros de socialismo o muerte, en el guión chocante de Epigmenio Ibarra y Jesús Ramírez Cuevas y en la figura del caudillo que ella misma exalta todos los días.

Y en medio de la tragedia de los muertos, que ahora son menos porque los desaparecidos son más, Claudia va a Chiapas a seguir repartiendo dinero ajeno y a bailar al ritmo de la marimba.

Como si nada de lo anterior tuviera importancia. Seguirá pidiendo y la mitad de la población se seguirá negando a darle lo que pide.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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