Rubén Cortés.
La 4T renombró a Segalmex para sepultar el fraude de 20 mil millones cometido bajo la dirección de Ignacio Ovalle, y la red montada con el dictador Nicolas Maduro para vender alimentos, carbón y aluminio sin apenas dejar rastro, al estilo de los grandes cárteles.
Ahora Segalmex se llamará Alimentación para el Bienestar, y jurídicamente no se podrá llamar a cuentas a nadie: igual que hicieron al cambiar el nombre del Insabi por IMSS-Bienestar, pateando así un fraude por 11 mil millones de pesos.
O sea, con el juego comunistoide de palabritas se robaron más de 30 mil millones de pesos.
Sin embargo, en el caso de Alimentación para el Bienestarcontinuará abierto el boquete para los desfalcos como en Segalmex, con las llamadas Tiendas para Generar Felicidad, que comprarán cacao, café y miel a las cooperativas, sin fiscalización alguna.
Existe muchísimo dinero envuelto en opacidad en ese esquema de compras, pues carece de una logística adecuada para la distribución. En coincidencia, ya se registró un suceso escabroso, del cual las autoridades no dieron mayor información:
Hirieron a balazos a Gabriela, hermana de María Luisa Albores, directora de Segalmex, en un asalto a las oficinas de la cooperativa mielera Tosepantomin, en Cuetzalan, Puebla. Y fue justo un día después de que la funcionaria visitara la cooperativa.
La familia de la directora de Segalmex tiene un antiguo vínculo de poder en las cooperativas de la región. Y la hermana de la secretaria está imponiendo un papel protagónico contra liderazgos históricos en Tosepantomin, que es la mayor productora de miel.
Con las tienditas de la felicidad, la compra del gobierno sería buena idea para impulsar la producción en regiones remotas, pero le falta un esquema de control que garantice que la compra sea entregada en su totalidad.
La turbiedad empieza por tratarse de locales ubicados en sitios recónditos, donde será casi imposible inspeccionar qué productos ingresan y cuáles se venden: un cómodo desorden para reeditar la corrupción generada en Segalmex.
Se trata, pues, de un nuevo entramado que, lejos de beneficiar a las comunidades locales, se puede convertir en engranaje de una estrategia más amplia: utilizar un dinero muy difícil de fiscalizar, en recomponer la red armó Ignacio Ovalle.
De entrada, miles de cooperativas están en desacuerdo y sus integrantes se manifestaron afuera del World Trade Center, cuando la semana pasada la presidenta se reunió con presidentes municipales: demandan innúmeros pagos atrasados.
Renombrar a Segalmex como Alimentación para el Bienestar es otro sofisma del gobierno: no producirá la “soberanía alimentaria” que prometió la 4T en 2018, lo cual fue un fracaso, pues la agricultura de pequeña y mediana escala está abandonada.
Y, en cambio, registrará opacidad y descontrol.
Igual que con Ignacio Ovalle.
