Carlos Arturo Baños Lemoine.
Hace una semana, la Presidente Claudia Sheinbaum (sí, la “Presidente”, porque se trata de un participio activo) dio inicio al Programa “Sí al desarme, Sí a la paz”, un bodrio consistente en que los ciudadanos voluntariamente le entregan sus armas de fuego al gobierno, sin importar el origen de éstas. El gobierno, a cambio de esta autohumillación, les da dinero, como si se tratara de un programa más de “Las Limosnas del Bienestar”.
Se trata, dice el gobierno que nos da un pésimo servicio de seguridad pública, de estimular la “cultura de la paz” sacando de circulación a las “peligrosas armas”. No debe extrañarnos que el (des)gobierno de la Cuarta “Transtornación” Mental quiera pasar por encima de uno de nuestros derechos axiales: el derecho a poseer y portar armas de fuego para el ejercicio de la autoprotección y la legítima defensa. Claudia Sheinbaum nos quiere desarmados. Claudia Sheinbaum nos quiere, pues, indefensos ante cualquier acto delictivo que pretenda menoscabar cualesquier de nuestros tres derechos fundamentalísimos: la vida, la libertad y la propiedad.
A esta mediocre sucesora del Tirano de Macuspana le importa un carajo el artículo 10 de nuestra Constitución, el cual reproduce en esencia la histórica y trascendental Segunda Enmienda (1789-1791) de la Constitución de los Estados Unidos de América. Así es: todos los ciudadanos tienen el derecho de reservarse el uso legítimo de la fuerza, lo que incluye el derecho a tener a su disposición y a su alcance los medios defensivos necesarios para ello.
Por eso los regímenes autoritarios y dictatoriales le tienen pánico a los pueblos armados, porque los ciudadanos armados lo mismo pueden matar al delincuente que pretende secuestrarlos o robarlos, que tumbar a los gobiernos que se vuelven tiranías. O por qué creen ustedes que lo primero que hacen las dictaduras comunistas, por ejemplo, es desarmar a sus poblaciones. Allí están Cuba, Venezuela, Nicaragua, China y Corea del Norte, como ejemplos.
Y por qué creen que la dictadura de la 4T no tardó en cooptar a los militares con jugosos contratos y pingües posiciones burocráticas, como las aduanas; sí, las aduanas corruptas e ineficientes de la 4T que dejan pasar clandestinamente a México las armas que, ahora, Claudia Sheinbaum nos pide que le entreguemos a cambio de un dinerito, para fomentar la “cultura de la paz”. ¡Vaya mierdero círculo vicioso!
Lo peor de todo: la “Presidente feminista”, como buena feminista, exhibe su misoginia, ya que considera que las mujeres no merecen o no son capaces de defenderse eficazmente a sí mismas ante un potencial agresor sexual, por ejemplo. Si yo fuera mujer, confiaría más en un revólver dentro de mi bolsa que en “las alertas de género”, “los senderos seguros”, “los puntos violeta” o “las fiscalías especializadas” del “gobierno feminista”. Obvio, porque queda claro que el LIBERALISMO es superior al feminismo.
Y aquí le paro, no sea que Claudia me envíe a la Santa Inquisición Violeta.
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