Los escenarios hipotéticos para México. Realidades y fantasías 2

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

En 1981 Joel Garreau escribió un libro polémico: “Las Nueve Naciones de Norteamérica” en ella el autor un estudioso de las ciudades con impacto global y el futuro de las universidades miembro de las Universidades de Cambridge y Berkeley entre otras, planteaba nueve conformaciones socio culturales territoriales dentro de los Estados Unidos de América que, para el criterio de otros estudiosos, sería una “reorganización conceptual de norteamericana”.

En su interesante libro Garreau perfiló como nueve naciones: El Quebec, Nueva Inglaterra, La Fundición, Dixie, El Granero, El Cuarto Vacío, Ecotopia, Mexamérica y Las Islas. No es el propósito de esta colaboración plantear como Garreau integró estas nueve regiones, solo subrrayar que al redactar y explicar una de ellas: Mexamérica, incluía la zona fronteriza de nuestro país  y eventualmente los estados de Norte, la crítica ¡nterna en México, generó las consabidas expresiones de comentaristas y políticos ultranacionalistas que satanizaron los comentarios del escritor, entre ellos uno que otro que antes eran furibundos priístas y hoy son adictos al estatismo cuatrotéista como Manuel Bartlet.

En 1848 de acuerdo con una investigación del historiador Gastón García Cantú, el general Winfield Scott comandante en jefe de la fuerza expedicionaria que tomó la Ciudad de México halló en la correspondencia de este militar a Washigton, la recomendación que hacía para abandonar el país en sus zonas del sur y centrales, argumentando no solo la dificultad para gobernar a los mexicanos, sino también el hecho que nunca aceptarían ser subordinados de modo definitivo ; y en cambio recomendaba, apoyar la idea de apoderarse de las áreas relativamente deshabitadas del norte como sucedió en los territorios que ocupan los estados actuales de: California, Arizona, Nuevo México, Utah, Nevada, Colorado, Wyoming, parte de Montana, y aunque no lo reconozcan hasta el Oregon (¿Aragón?), ya Texas lo habían absorbido.

Por eso, no hay mucho que preocuparse o regocijarse por las amenazas de anexarse a México, de parte de los Estados Unidos, siguen vigentes los argumentos  decimonónicos  del jefe de los invasores: el sistema  político cada vez es menos compatible, y las represalías de un México derrotado por las armas de hecho, reproduciría un clima de violencia soterrado pero permanente.

Lo que ha ocurrido a lo largo de las últimas décadas nos habla en cambio, de un fenómeno en el que México paulatinamente ha ido reconquistando, si se puede decir,  socioculturalmente, prácticamente los mismos territorios que perdió hace 178 años en ese entonces por falta de proyecto real del país y por las permanentes divisiones, que por cierto, nos caracterizan hasta la fecha.

La mancha migrante mexicana cada año va subiendo más  al norte del país vecino, es una invasión de un tipo de lebesnraum que desplaza a los pobladores caucásicos. Hay cada vez menos güeros en la cercanía con México, uno, porque la cultura bilingüe les margina y dos, porque sean indocumentados o legalizados, los mexicanos que viven allá tienen peso específico en la vida cotidiana. Paradójicamente la invasión es recíproca, pero de menor intensidad con la gentrificación, la creciente presencia de estadounidenses y canadienses, que se instalan su residencia en México, no solo en los “santuarios” de jubilados como San Miguel Allende, Chapala, Punta Peñazco y otros ya muy conocidos, sino también de otros de generaciones contemporáneas que arriban a la Ciudad de México a Mazatlán o Puerto Vallarta.

Decía el exembajador John Gavin que México y Estados Unidos son NPD (no possible divorce), pero el problema deja de ser anecdótico cuando la interpretación de la primera potencia, estructura la amenaza a su seguridad como lo está haciendo Donald Trump y muchos estadounidenses, que consideran que deben parar de tajo la agresión de China, que por medio de drogas letales como el fentanilo trata de diezmar paulatinamente a la población estadounidense, usando a los cárteles mexicanos que procesan y comercializan esa arma química que causa cien mil muertes de estadounidenses anualmente en su propio país.

Ese enfoque cambia la correlación que urge atender y que ha sido fluida desde que se firmó el tratado en 1994 hoy el T-MEC, en la que México se ha convertido en los últimos tres años en el principal socio comercial de Estados Unidos con operaciones anuales de más de 700 mil millones de dólares anuales.

El desafío que representa que  partir del 20 de enero Donald Trump despliegue una política estremecedora en materia migratoria y de lucha contra los cárteles mexicanos por lo de los asuntos que se desprenden de las drogas, sí es un tema de preocupación que debe ser atendido porque no se trata como muchos piensan, en encontrar elementos de una nueva negociación, que reduzca los daños pero que en esencia dejen intactas las estructuras del crimen que maneja tales amenazas.

Por eso la lectura de radicalizar la postura por parte de México hacia el gobierno estadounidense con discusiones laterales, como la defensa del nombre del Golfo de México, en última instancia no afectaría a nuestro país desde el momento que no adoptaríamos esa ocurrencia, como no aceptamos a la fecha el nombre de Rio Grande, y seguimos nombrándolo como Río Bravo, lo que resulta ser irrelevante; en tanto que los temas de fondo requieren ser tratados con mucho profesionalismo.

Me parece que lo verdaderamente relevante son asuntos de línea muy marcada que implican decisiones y sobre todo, operaciones conjuntas: cerrar la frontera sur con el ejército mexicano, iniciar masivamente las deportaciones, movilizaciones de las fuerzas armadas y de la guardia nacional estadounidenses en la frontera con México; cierres escalonados de los puntos fronterizos con Estados Unidos; extracciones de criminales y derrumbamiento de laboratorios de proceso de estupefacientes, congelamiento de cuentas sospechosas de lavado de dinero; y detención y/o extracciones de políticos ligados al narco poder.

Eso me parecería que podría ser una parte de las innovaciones que pretenden implantar Trump mediante órdenes ejecutivas y pensaría, en coordinación con sus ayudantes y con la misma Claudia Sheinbaum, que ya verbalizó su apoyo contra China y a favor de un nearshoring que pronto estará posicionado en el andamiaje jurídico vigente.

Muchas de estas operaciones son muy incómodas, sobre todo agresivas si las personas están involucradas en cualquiera de los negocios que se van a afectar. Más allá se pueden escuchar fantasías pero poniendo los pies en la tierra lo que viene es suficiente para poner las barbas a remojar.

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