¿Y los migrantes se quedarán en México?

Raúl Flores Martínez.

La gestión de la crisis migratoria por parte del Gobierno Federal sigue dejando más preguntas que respuestas. En un contexto donde miles de migrantes provenientes de Centroamérica, Sudamérica, África y Asia se desplazan hacia la frontera norte de México con destino a Estados Unidos, el panorama se torna cada vez más incierto y preocupante.

Uno de los problemas más graves es la falta de información clara y precisa. Hasta el momento, no existe una cifra exacta de cuántas personas se encuentran en tránsito o establecidas ilegalmente en el país.

Esta omisión de datos dificulta enormemente la planificación de políticas públicas eficaces, dejando a los municipios más vulnerables a merced de una sobrecarga en los servicios públicos.

El caso de San Pedro Tapanatepec, Oaxaca, es un claro ejemplo de los estragos que esta situación genera. En noviembre de 2022, el municipio fue declarado en quiebra por el entonces alcalde Humberto Pérez Parrazales, quien reveló que las finanzas locales colapsaron debido a los gastos extraordinarios destinados a atender a más de 300 mil migrantes de 34 naciones que transitaron por la región.

Este pequeño municipio, con una población de 15 mil 479 habitantes, tuvo que lidiar con una población flotante diaria de 15 mil migrantes, duplicando así la demanda de servicios públicos como agua, energía eléctrica, servicios de salud, recolección de basura.

El Gobierno Federal no solo ha sido ineficaz en distribuir los recursos necesarios para atender esta crisis, sino que también ha dejado de lado la creación de estrategias sostenibles para manejar el flujo migratorio.

Los municipios afectados, como San Pedro Tapanatepec, han tenido que absorber los costos, lo que afecta al erario municipal y limita los recursos destinados a sus propios habitantes.

El impacto de esta situación se extiende más allá de lo financiero. Los ciudadanos locales enfrentan tensiones sociales crecientes debido a la percepción de que los migrantes consumen recursos destinados originalmente a ellos.

Esta realidad, unida a la falta de transparencia y apoyo del Gobierno Federal, genera un círculo vicioso que solo alimenta el descontento y la desesperación de las comunidades.

Es imperativo que el Gobierno Federal tome medidas concretas y transparentes para abordar esta crisis. La creación de un registro nacional de migrantes, la asignación de recursos equitativos a los municipios más afectados y la coordinación interinstitucional para gestionar el flujo migratorio son pasos esenciales para mitigar el impacto de este problema.

Sin estas acciones, los municipios seguirán soportando una carga desproporcionada y los migrantes, lejos de encontrar un refugio, se enfrentarán a condiciones cada vez más precarias.

El tiempo apremia y la inacción del Gobierno Federal sólo agrava una situación ya de por sí insostenible. Es hora de priorizar soluciones reales y justas que beneficien tanto a los migrantes como a las comunidades locales.

Solo debemos recordar que los miles de personas que salen de su país buscan una mejor calidad de vida, salen huyendo de sus hogares por los gobiernos o la violencia, un síntoma de descomposición política y social.

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