2025: reparto de culpas 

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Inicia el nuevo año con dos episodios que retratan diáfanamente al gobierno de Claudia Sheinbaum y su propensión a eludir responsabilidades, incluído por supuesto el necio afán por repartir culpas ante el caos.

Primero: ante el alto precio de las gasolinas en los primeros días de 2025, la perorata mañanera nos recuerda -con razón- que una buena parte de lo que pagamos por ese combustible corresponde a un impuesto especial que fue aprobado en 2017, cuando todavía no iniciaba este desastre llamado 4T. Lo que no explican es por qué no usan su grosera mayoría legislativa para revertir la ley correspondiente, que por cierto genera millonarios recursos a la hacienda pública, esas arcas tan afectadas por el saqueo de los últimos seis años.

Más aún, como el litro de combustible registra niveles históricamente altos, el gobierno y sus sicofantes culpan de ello a los perversos empresarios gasolineros, sobre todo a aquellos que osan competir con Pemex en un mercado abierto desde 2013 y hoy en proceso de extinción.

En segundo lugar, tenemos la reedición de una reiterada negación oficial: México no produce fentanilo. Ya AMLO había tenido que tragarse una más de sus cientos de mentiras, pero la publicación de un reportaje en el New York Times y la obsesiva defensa de la virtual vicepresidenta a su presidente de facto, obliga a la propia Sheinbaum a lanzarse ferozmente contra el medio y no a presentar alternativas para resolver el problema.

Horas y recursos públicos destinados a desmentir al periódico neoyorquino -el más influyente del mundo- y no para hablar de un monumental reto compartido con nuestros vecinos del norte: la producción y el consumo de una droga letal que mata diariamente a miles de seres humanos.

Así, según la narrativa de Palacio Nacional, la culpa es de los adictos gringos y por tanto no tiene nada que ver con nuestro poroso sistema de seguridad pública y la colusión gubernamental con el crimen organizado. “No nos estén chingando con que hay laboratorios en Sinaloa si estos también existen más allá del Río Bravo”, rematan oficialistas y paleros. México como víctima y no como parte del problema.

Pero el fenómeno de la repartición de culpas propias permea por todos lados: la inflación mexicana es ocasionada por empresas como Bimbo; el incremento de 50% en el precio de la tortilla es responsabilidad exclusiva de Maseca; la violencia sigue siendo culpa de Felipe Calderón; el desabasto de medicamentos se debe a la corrupción (¿no que ya no había?); el exiguo crecimiento económico del obradorato se explica por la pandemia que terminó hace 4 años, y la vacuna “Patria” no ha salido porque ya se había comprado un lote de “Abdala” a Cuba.

Lo que sigue, apuesten su resto, es que el complicado año que se nos viene, con estancamiento económico, inflación, crisis fiscal, recortes presupuestales y mayor deterioro en educación y salud públicas, será consecuencia de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca….o de la guerra civil en Sudán.

“Nada es mi culpa, ni la del patrón de Palenque”. El lema del segundo piso, que se viene abajo antes de transitarlo.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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