Carlos J. Pérez García.
Lo que la actual mafia en el poder se propone con el INFONAVIT (crucial fondo de ahorro de los trabajadores) resultaría tan impensable como apropiarse de más recursos de particulares en las Afores o de las reservas internacionales del Banco de México. Miren, el tren Maya y la costosa refinería o el poco útil aeropuerto son graves despilfarros de recursos públicos. Pero disponer de este dinero de particulares ya sería un atraco a millones de ciudadanos que han venido guardándolo.
Se trata de la enorme cantidad de 2.4 billones de pesos, que desde hace más de 30 años se individualizó por la erosión inflacionaria y, precisamente, para que el gobierno no pudiera manejarlo en forma discrecional. Esto ha funcionado muy bien con un sólido manejo tripartito de los patrones aportantes, los trabajadores y el gobierno. Pero hoy, a partir de un madruguete, el gobierno pretende abultar su peso en ese manejo, lo que rompe el consenso al desequilibrar decisiones a su favor.
Esto resulta aún más grave si crean una nueva empresa para construir vivienda, la cual se quedaría sin controles ni contrapesos (en la comisión de Vigilancia del Instituto, el gobierno pasa de 33 a 55% de sus 9 miembros, y en los comités de Control y de Auditoría, pasa de un tercio a 60% de los 5 miembros en cada uno). Están quebrados y desesperados por obtener más recursos.
Recordemos que el SAR nació en 1992 con dos pilares: el Ahorro para el Retiro y la subcuenta de Ahorro para Vivienda, ambos individualizados para cada trabajador; si el segundo no se utilizara, se suma al primero… pero la contrarreforma compromete el segundo pilar porque el ahorro de quienes cotizan (que debe resguardarse para una futura pensión si no se solicita un crédito) sería utilizado para construir viviendas con una nueva empresa, que sobra pues ya existen muchos desarrolladores de experiencia.
Y ¿saben qué? A partir de antecedentes concretos, salta la probabilidad de que se desborde la corrupción a través de asignaciones de contratos, simulaciones, suministros de materiales, trafiques de terrenos, recomendados de gobernadores, sesgos políticos y partidistas, influencias sindicales… ¿Volveremos a esos costosos horrores?
De hecho, la idea de que el INFONAVIT construya casas nos recuerda los errores y fracasos iniciales a partir del sexenio de Echeverría que ya habían sido enmendados, pero ahora el control quedaría a cargo del nuevo director general, un compadre y paisano del expresidente, con grandes deméritos en cuanto a aptitudes y honestidad tras haber dejado a Pemex en quiebra técnica y más subsidiada que nunca. Hoy se defiende con ataques tontos que recuerdan las justificaciones de AMLO y son avalados por su sucesora.
Trabajé unos años en este Instituto, lo que me permitió conocerlo mejor. No olvidemos que, desde que se creó en 1972, tuvo serios problemas de manera que hacia 1992 con Carlos Salinas se dejaba la construcción e iniciaban las cuentas de ahorro personales. Con eficacia ha otorgado créditos accesibles a millones de mexicanos y, ojo, los del PRI y el PAN no se robaron estos recursos como lo quiere hacer Morena a fin de seguir usando el dinero de la gente para conseguir votos o sostener proyectos quebrados.
En las reacciones iniciales a todo esto, los sindicatos de trabajadores han mostrado más determinación que las organizaciones empresariales. Y pienso que, si no vamos a ver un levantamiento contra tantos casos de abuso, ineptitud y corrupción, al menos habría que tomar acciones para paralizar el país… como se hace en Europa.
Ha sido tal el rechazo a esta inaceptable contrarreforma, que decidieron posponerla para el próximo año. El rufián Ricardo Monreal declara que ahora quiere “actuar con serenidad y sensatez”, para simular otra vez una consulta parlamentaria a los especialistas y afectados.
Bueno, como dice un columnista a partir del análisis de los datos económicos del país: Disfruten ustedes de estos festejos de fin de año… que, ahí como lo ven, habrá sido mucho mejor que el 2025.
* PARA CORROMPER A UN individuo basta con enseñarle a llamar “derechos” a sus anhelos personales, y “abusos” —o privilegios— a los derechos de los demás. Así lo expresó el gran escritor y filósofo inglés G. K. Chesterton (1874-1936). Acá las perversidades populistas del obradorismo no son inventos o locuras tan actuales: buscan sacrificar a los derechohabientes de la Seguridad Social en favor de quienes no han obtenido esos derechos.
@cpgarcieral