Más de un centenar de personas celebraron en el muro entre California y México la ‘Posada sin Fronteras’, que recrea el peregrinar de María y José en busca de refugio, una historia que este año cobra más sentido ante el retorno de Donald Trump a la Presidencia y su política de puertas cerradas.
Líderes religiosos y activistas proinmigrantes se reunieron la tarde del sábado simultáneamente en los dos lados de la frontera para continuar con la tradición de escenificar el viaje a Belén y compararlo con aquellos que arriesgan todo para llegar a Estados Unidos en busca de asilo.
De acuerdo con la tradición mexicana de la posada, los peregrinos hacen un recorrido en busca de un albergue y cuando lo encuentran entran a esa morada para celebrar con ponche caliente, piñatas y cena. Pero en la frontera el festejo es distinto.
Los activistas del lado estadounidense no pudieron dar posada a los religiosos y migrantes que se encontraban en el lado mexicano.
Además, esta es la primera vez, en los 31 años de celebración de la tradicional posada, que los grupos de México y California han estado tan separados por la distancia que no se pudieron escuchar los cantos que se dirigían mutuamente.
Y es que, a los grupos los separaron dos muros paralelos de más de nueve metros de altura, alambre de púas, y la rigurosa vigilancia de agentes de la Patrulla Fronteriza, que se hicieron presentes durante la celebración.
El mensaje de la posada de este año “es que siempre se le tiene que dar la bienvenida a los migrantes que vienen huyendo del peligro, eso hace parte de los derechos humanos”, dijo a EFE el coordinador del evento en California, Pedro Ríos, del Comité de Servicios de los Amigos Americanos.
La posada se llevó a cabo justo en el lugar donde en mayo del año pasado miles de migrantes de más de 30 países acamparon a la intemperie con la ilusión de conseguir exponer a los oficiales de inmigración sus razones para pedir asilo. Sin embargo, este año el lugar lució desolado.
Con información de EFE