Jorge Miguel Ramírez Pérez.
Los estudiosos de la geopolítica como el maestro británico Peter Taylor sustentan con la evidencia de los antecedentes históricos, que cada vez que se establece un nuevo orden mundial geopolítico, o cada vez que se renueva una transición incluso de un mismo país en otro esquema que desdibujo el anterior; los países en el sistema interestatal (los distintos estados-nación) se alinean a las nuevas condiciones en un tiempo rápido, para no desconectar sus intereses a la potencia que está emergiendo o estableciendo un nuevo paradigma.
No solo los políticos de cada nación lo hacen, incluso también buscan arreglos los líderes de países adversarios con el fin de atenuar los daños que se van a producir en el sistema total; las élites económicas de cada país por supuesto están inmersas en esa estrategia, siguen esa pauta porque tratan de mantener una cohesión, y un grado de adaptabilidad y oportunidades a las nuevas situaciones.
En estos días, tenemos un fenómeno que ilustra lo anterior -como hace mucho tiempo no se podía ver con toda claridad-, lo que a diario sucede con el efecto Trump; antes incluso, de su asunción formal a la presidencia.
Las élites mundiales están tomando decisiones. Entienden que la etapa que precede a lo de hoy no se va a volver a presentar. Los países con clases dirigentes sagaces comprenden que la política es hacia adelante no hacia atrás, solo en el tercer mundo domina la confusión, el voluntarismo y la lentitud para reaccionar e insisten en buscar modelos no solo agotados sino particularmente desastrosos; como eso de perseguir que el estado, sea el rector de la economía, postura de los años sesentas del siglo pasado, que llevó a México a un hoyo financiero que no tenía antes de esa absurda concatenación de necedades presidenciales.
Los tercermundistas se complican la existencia y tienen como lema: “para que hacer que las cosas sean fáciles si se pueden hacer difíciles”. Y bajo esa consigna arrojan a la incertidumbre a la población y a los empresarios, que no saben a que tirarle, ante tantas inconsistencias que dejan a la gente en callejones sin salida.
El estadista de Israel Benjamín Netanyahu fue de los primeros en entender que las cosas de la política no son eternas y que hay que aplicarse de inmediato, sobre todo si se tienen buenos analistas que advierten a los del mando las oportunidades y están al día de lo que sucede en la escala del poder mundial. Una semana antes de que Trump derrotara a Harris, Netanyahu despidió al ministro de Defensa israelí, Yoab Gallant, porque a la vez de ser quien determinaba muchas decisiones en el conflicto con Gaza, era el contacto de alto nivel con Joe Biden. No dudó que ese interlocutor ya no le serviría en las nuevas circunstancias.
Justin Trudeau el primer ministro de Canadá, al enterarse de las amenazas de Donald Trump con elevar aranceles a Canadá y a México, si no se aplicaban a combatir la migración ilegal y el narcotráfico, de inmediato buscó desayunar en la casa de Trump en Florida para lograr entenderse sin que las cosas lleguen a mayores. No ha trascendido lo tratado, pero Trump bromeando le dijo que deberían animarse a formar el estado número 51 del que el francocanadiense sería el gobernador. En muchos aspectos sobre todo culturales no hay diferencias entre ambos países.
No solo eso, la vice primer ministro de Canadá Chrystia Freeland la semana pasada en una breve intervención tres veces dijo con todas las letras que Canadá estaba alineada a Estados Unidos, así de claro y aprovechó su discurso para echarle tierra a México, que dijo estaba bajo una política de indecisiones sin manifestar con hechos que elegía a EUA en vez de China.
La presidenta Sheibaum ya había declarado que su inclinación era hacia los Estados Unidos, en una nota poco difundida para mantener de parte de los estrategas de la comunicación social del obradorato, la idea que México es anti sistémico y que se mantiene en alianza con adversarios de Estados Unidos, sin entender que son liderazgos envidiosos de que México forme parte del Tratado trinacional.
Los BRICS, por ejemplo, estaban muy orondos declarando la sepultura del dólar hace dos semanas y Trump les advirtió que cerraría oportunidades comerciales y otras parecidas, si continuaban en el propósito de reventar el dólar. Se han quedado callados.
En Ucrania es claro que el conflicto se va a terminar, y habrán terminado los de la OTAN reconociendo que no solo no pueden con los rusos, sino que no tienen dinero para ese tipo de guerras, que si no fuese por los negocios de los demócratas no se hubieran producido.
Y así va el mundo alineándose por la derecha no la extrema derecha como lo dicen los perdedores.
Pero el golpe maestro que vale la pena reflexionar es la inminente caída de un gobierno sostenido por alfileres, el de Emmanuel Macrón; que ha convertido a Francia en una zona de ocupación de las diversas corrientes fanatizadas del islamismo. Un país que en aras de una liberalidad sin valores morales básicos se haya en el vaivén, de una población eminentemente levantisca y plena de odio a la cultura y la convivencia occidentales. Macrón ha sido un fracaso que llega a su fin.
Hoy es muy probable que caiga su gobierno: el primer ministro Michel Barnier está a punto de perder la censura que tanto la izquierda como la derecha le imputan. Hace años, en los sesenta no se presentaba este escenario. Eso significa que quedaría Macrón sujeto a fuerzas que no solo no controla, sino que ahora se le oponen por la falta absoluta de sostener los acuerdos que hicieron posible ese gobierno de coalición endeble.
Dos factores asoman con pie firme la presencia de la escena política gala: Marine Le Pen de la coalición de derechas, con una simpatía creciente entre el electorado francés harto del desorden de Macrón, los seguidores de Le Pen están ávidos por recuperar su nación y para ello la nueva imagen del Frente Nacional mas centrada en la familia y las necesidades de los franceses, se ha consolidado aumentando el número de simpatizantes desde que Marine puso distancia de las acusaciones que le imputaban hasta antisemitismo en el pasado. El otro factor es el nombramiento que será efectivo en enero, como embajador en Francia del consuegro de Donald Trump, Charles Kushner, un personaje de todas las confianzas del próximo presidente de EUA. Lo que expresa que la línea que tradicionalmente seguía el Departamento de Estado de políticas indefinidas que llevaron a Francia a perder fuerza en Europa, puede empezar a transitar por vías que deben dejar de ser zigzagueantes.
No está demás también señalar que otro de sus consuegros de Trump es Massad Boulos, quien fue factor decisivo en la campaña republicana, promoviendo entre la comunidad sirio libanesa el apoyo al empresario neoyorkino. Boulos será asesor principal en los asuntos de Oriente Medio.
A lo largo y ancho del mundo todos los líderes tienen en común arreglarse con Donald Trump, falta que México se ponga las pilas, los narcotraficantes imperan y las caravanas de gente que quiere mejorar su vida en Estados Unidos, siguen marchando; los mexicanos nos preguntamos: ¿con quienes se ha negociado para que esa calificada como invasión de indocumentados, entre ellos gente del Medio Oriente, siga como si nada hubiera pasado, como si nuestro país recibiera algún beneficio para retar el interés de quienes van a gobernar en unos días al país vecino?