Alejandro Rodríguez Cortés*.
La relación de México con su vecino Estados Unidos ha sido históricamente compleja. Desde la expansión estadounidense hacia el sur hasta los problemas fronterizos por la alta migración; de las francas intervenciones militares en nuestro territorio a las amenazas de Donald Trump por el tema del narcotráfico, y desde la exportación de mano de obra mexicana hasta un gigantesco intercambio comercial de casi 700 mil millones de dólares anuales.
Pero hoy, merced a las ominosas decisiones que toma el gobierno mexicano en su necia e inviable cuarta transformación, adicionadas con una obvia torpeza diplomática, nuestro país suma un frente más de amenazas: Canadá, la nación que difícilmente dirimía controversias fuera de mesas de negociación formal, ha lanzado una franca advertencia a Claudia Sheinbaum.
Ya se había hablado en distintos foros diplomáticos y comerciales del crecimiento de las importaciones chinas hacia México, así como de presuntas exportaciones mexicanas hacia EU y Canadá que en realidad son productos fabricados en el gigante asiático.
No es que no tuviéramos libertad para comerciar con quien nos diera la gana. El problema es que tenemos un acuerdo comercial firmado con nuestros vecinos regionales de América del Norte que justamente privilegia el intercambio comercial del que es el bloque económico más grande y rico del mundo.
¿Qué necesidad? diría el popular trovador.
Pero como en Palacio Nacional creen que todo se arregla con dos horas diarias de conferencia de prensa, la respuesta había sido simplemente la negación, hasta que -una vez más- la realidad nos alcanzó.
Justin Trudeau hizo eco de voces canadienses preocupadas por las decisiones mexicanas y advirtió que la permanencia tricolor en el TMEC depende de lo que hagamos o dejemos de hacer los mexicanos. En pocas palabras, abrió la puerta para sacarnos del Tratado.
Lo peor de todo es que unas horas antes, Sheinbaum había sugerido que no percibió alerta alguna cuando se reunió con su homólogo en el marco de la cumbre del G20. Por lo tanto, Trudeau desmintió tácitamente a la científica con A.
Tanto, que presurosamente la propia presidenta y su secretario de Hacienda revelaron un plan para sustituir importaciones de China y dar prioridad al contenido de América del Norte en los flujos comerciales.
¿Por qué tanto tumbo si compartimos frontera con la economía más grande del mundo y tenemos formalizado un acuerdo? Simple y trágico: porque la 4T privilegia la rancia ideología antiimperialista, más acorde con el obsoleto Foro de Sao Paulo que con la oportunidad histórica de aprovechar el llamado “nearshoring” para dar el salto pendiente en crecimiento económico y desarrollo nacional.
Mejor seguir regalando dinero que generar buenos empleos y prosperidad autogenerada. Mejor “primero los pobres” que “viva la soberanía”, aunque ésta última mantenga la pobreza y aplaque a millones con dádivas disfrazadas de política social.
Necios, indolentes e incompetentes con resultados a la vista: el menor crecimiento económico en 40 años… y lo que viene porque ahí pegadito a Justin Trudeau sigue y seguirá el bully Donald Trump.
*Periodista, comunicador y publirrelacionista
@AlexRdgz