Raúl Flores Martínez.
La violencia en Colima está principalmente ligada a la presencia del crimen organizado. Los carteles de drogas han extendido su control y presencia en el estado debido a su ubicación estratégica en la costa del Pacífico y al puerto de Manzanillo, una de las principales puertas de entrada para el comercio y el contrabando.
Este puerto se ha convertido en un punto clave para el tráfico de drogas y otros productos ilícitos, generando disputas entre organizaciones criminales que, desde hace varios años, Colima ha sido escenario de enfrentamientos entre grupos delictivos que buscan apoderarse de las rutas de tráfico.
La presencia del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y otros grupos que operan en la región ha desatado una ola de violencia sin precedentes, afectando directamente a la población civil. Las disputas no solo han dejado un saldo de personas asesinadas, sino que también han provocado desplazamientos internos, pues muchas familias han abandonado sus hogares.
Esto ha afectado la vida cotidiana de sus habitantes, quienes se sienten atrapados entre la violencia de los grupos criminales y la falta de respuesta de las autoridades.
Las extorsiones y los secuestros se han vuelto frecuentes, afectando tanto a empresarios locales como a ciudadanos comunes, incluso en algunas zonas, los negocios han tenido que cerrar debido a las amenazas de extorsión, lo que ha impactado la economía y el empleo local.
La percepción de inseguridad también ha afectado el turismo, uno de los motores económicos de Colima, los visitantes, tanto nacionales como internacionales, han disminuido ante el temor de ser víctimas de la violencia que se vive en el estado, afectando directamente a las familias y comunidades que dependen de esta actividad.
También el tejido social en Colima se ha visto gravemente afectado, familias rotas, comunidades enlutadas y una población cada vez más temerosa son las consecuencias de una violencia que parece no tener fin con estas administraciones morenistas que no actúan y solo se dan sus baños de pureza.
Para abordar la violencia en Colima, se requiere de una estrategia integral que no solo se centre en el combate al crimen organizado, sino que también busque mejorar las condiciones de vida de los habitantes. La creación de oportunidades educativas y laborales para los jóvenes, así como el fortalecimiento de los programas de prevención de la violencia, son pasos necesarios para reducir la influencia del crimen.
Además, es fundamental restaurar la confianza en las instituciones de seguridad. Esto solo se logrará si las autoridades logran demostrar un compromiso real en la lucha contra la corrupción y una mayor transparencia.
Colima es un estado con una rica historia, cultura y un gran potencial turístico y económico. Sin embargo, mientras la violencia siga dominando la vida en la entidad, sus habitantes vivirán en constante zozobra.