Jorge Miguel Ramírez Pérez.
“Porque el temor que me espantaba me ha venido,
Y me ha acontecido lo que yo temía
No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado;
No obstante, me vino turbación” Job 3:25-26
El nombre de Job es culturalmente sinónimo de paciencia: un hombre de fe, disciplinado, virtuoso exigente consigo mismo y extremadamente próspero revela que aún en la cima de su estabilidad y éxito, consideró su ruina pero no se aseguró. Y en este caso la enseñanza no solo puede verse como lo que puede acontecer a una persona sino también de modo colectivo, a una nación.
La elección de EUA augura una ola de adversidades que se proyectan sobre México, se sabía de su peligrosidad pero no se cuidaron suficientemente. Faltó visión y estrategias concretas desprovistas de simulación en los temas cantados, para evitar quebrantos.
Llegamos a esta coyuntura electoral y apenas se les empieza a revelar a los líderes de nuestro país, la gravedad de las inconsistencias propias sobre las que van actuar los líderes de allá, aquí.
Y para muestra está la reciente cancelación de 800 millones de dólares del Eximbank ya autorizado a favor de México que lo destinaría al barril sin fondo que es Pemex; porque mientras se pide dinero, la impronta de ser farol de la calle y oscuridad de la casa, se confirmó con el regalo “generoso” de nuestro país a Cuba del equivalente a 70 millones de dólares en crudo que se enviaron a mediados de año a Cuba.
Los compromisos transexenales.
Y sin particularizar lo mucho que se puede analizar, en lo general, el estado de fortalezas propias, el balance númerico y cualitativo es muy ralito, deja hoyos por todos lados: una sociedad polarizada, un intentona del poder por aglutinar los poderes centralmente sin garantías de operatividad eficaz básica como se ha planteado el asunto del poder judicial; deuda del 50 % del PIB y retrocesos fallidos (Segalmex, INSABI, Mexicana de aviación, etc.) hacia un errático capitalismo de estado, que Luis Echeverría y José López Portillo hace más de cuarenta años demostraron hasta la saciedad su incompetencia.
Hay estancamiento en el crecimiento económico y cero avance en las condiciones reales de la pobreza, los ricos son más ricos que nunca antes en la historia de México.
Un amigo acaba de regresar de Wodlands cerca de Houston y relata asombrado que en este enclave de lujo con mansiones asentadas en hectáres rodeadas de pinaceas, no hay gringos, solo puros mexicanos, cien por ciento, no chicanos ni otros hispanos. Con razón vivía por allí uno de los hijos de Obrador. Y los gabachos que cada vez emigran más al norte, ven con impotencia la inalcanzable, para ellos, prosperidad de los mexicanos que se muestran en modo clandestino en su propio país. ¿Qué piensan?
Entonces hay mucho parque para tirarle a México, más bien a los que dirigen México. Y los temas de ataque que tienen allá aceptación, sobradamente sabemos que son tres, los que por cierto carecen de algún esquema de colaboración real de los mexiacanos: el crimen organizado fentalinizado apoderado de más de la tercera parte del territorio nacional, con armas letales y operaciones terroristas contra la sociedad civil. Una verdad seca. Dos, la migración organizada por la delicuencia engarzada a las burocracias y hasta con apoyo “humanitario” de los jesuitas, que a falta de predicación andan en la grilla, y la Open Society de los Soros, que aquí se meten hasta la cocina simplemente en los últimos seis años han puesto a las secretarias de Gobernación.
Y tres, la indefinición del aparato morenista porque Sheibaum, si se definió, con Estados Unidos y no con China. De hecho fue puntual al señalar que la relación con quien triunfe será buena. La lógica como que quiere regresar al Ejecutivo.
Esos son los temas de combate de Donald Trump: en los dos primeros piensa inmovilizar la frontera, unas tres semanas y ratificar su amenaza de elevar los aranceles.
Y en el tercero reeditar el Tratado imponiendo ventajas unilaterales que se entienden lógicamente, si se analiza el desgaste de la relación bilateral que en el sexenio pasado pasó de las mesas diplomáticas, a las penales y desde este año se fueron las decisiones primordialemente al Pentágono. Así está la cosa, sea la morena o el del cuello colorado. Es igual.
Creo que algo que nadie repara es que está detenido en el Senado estadounidense el traspaso de México al Comando Sur, pende de un hilo su salida del Comando Norte (NORTHCOM). De suceder este movimiento se va a desatar una secuencia que es mejor no imaginarla, un espectro concatenado que puede afectar económicamente y violentamente a México, sobre todo en zonas de fuerte movimiento criminal. Los protocolos de seguridad nacional que se aplican actualmente serían otros y otras las consecuencias, no gratas.
Mi querido lector puede pensar que si Trump pierde, sería diferente, tal vez pero no mucho. Porque el grupo que le apoya en su agenda política redondea su oferta pasando por los asuntos con nuestro país. Y les ha funcionado de maravilla, porque constataron con las actitudes de Obrador una careta vengativa y plena de resentimiento que solo pocos conocían. Y hoy, hasta leyendas negras son aceptadas con una seriedad insospechada.
En principio para EUA es tradicional atacar las amenazas fuera de casa. Muchos estadounidenses piensan que los males vienen de fuera y esto es parcialmente cierto; es el caso del narcotráfico que no tendría atractivo en una sociedad idealmente sobria. O el de la migración, que requiere de una política migratoria menos enredada lo cual es pedirle a Estados Unidos un imposible. Por eso la aparente solución es resolver los asuntos espinozos extramuros.
La agenda de Trump ya ha generado una escuela con opersonajes como su compañero a la presidencia J.D. Vance, y el siempre dispuesto Steve Bannon que como el general Sherman lo hiciera en su guerra total contra los sureños de la Confederación , “siempre sale de algún agujero”.Vance es el prospecto para encabezar la agenda, hoy o mañana, por tanto el tema de México, no lo van a soltar.
De ganar Harris llegaría precariamente y no va a presentar batallas en las que no tiene simpatías por México; de hecho es una señora sin credo, en una nación que se dice cristiana. Hay que recordar que en uno de los últimos mítines un simpatizante grito lóas a Cristo, y dijo en el micrófono: “ese señor se equivocó de reunión”.
Kamala Harris disfraza su occidentalidad, es una mujer culturalemente del Indostán; nada le une con México, su experiencia como fiscal en California, le hace ver a los mexicanos por igual sean de los cárteles o no. Muchos mexicanos de allá entienden que no nos ve bien como nación; aunque los comentócratas de México la piensan como salvadora, estoy seguro que no la conocen, se guían por su odio a Trump y se equivocan rotundamente. No entienden que las adversidades anunciadas son imparables y rebasan a las personas que hoy compiten por encabezar el gobierno vecino.