Atrapado sin salida. Rubén Rocha Moya

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

La boca de los prepotentes es su peor enemigo porque,

aunque es un órgano que se ubica en la cabeza desoye los consejos del cerebro,

y aunque es cercano a los ojos les niega una visión más allá de sus narices.

Eso comúnmente sucede a los indoctos, a los que en la penumbra del poder avanzan,

pero cuando la luz les da de frente ocurre que se marean.

Giorgio M. Franchetti

Rocha Moya se encerró en un laberinto que él mismo meticulosamente construyó y lo inmovilizó y con él, inmovilizó al otrora próspero estado de Sinaloa. Porque cuando se comete un error se desata uno cada vez mayor, que aniquila la capacidad de detener la ola de desgracias; no en vano los griegos en la figura de la Caja de Pandora advertían que abrir a tontas y locas el baúl de las calamidades es una burrada.

Desde el principio lejos de controlar la única verdadera función gubernamental básica, la de garantizar la seguridad de los sinaloenses, Rocha se ufanó ante Salvador García Soto del Universal un periodista muy leído, el haberse puesto de acuerdo dijo: “sin hipocresías “con los capos del crimen organizado. Su comentario fue en un tono sabihondo y presuntuoso, de quien siempre admiró en silencio o en discreción, al bandidaje.

Si hubiera estado en plan de confesiones de pantalla para hacerse el protagonista de un corrido tumbado, mejor hubiera dicho la verdad con claridad -sin hipocresías- que se fue a someter al mando de  los maleantes, para que le concedieran el apoyo tanto político, como económico y electoral y obtener -según esto- la oportunidad de servirles y a la vez, sacar tajada.

Quien lo hubiera pensado que el ujier de Jesús Aguilar Padilla y de Quirino Ordaz Coppel, tan comedido cabizbajo y siempre anuente a los caprichos de sus amos, se revelaría como un dictador de plazuela que lo mismo a infamado a periodistas, como sobajado a los de casa, exhibiéndolos como lo hizo en su calidad de profesional y mujer a su jefa de prensa; se la ha pasado tarugueando públicamente a sus demás colaboradores, menos a Enrique Inzunza; se le hacen  insignificantes las necesidades de los productores y opta por lo frívolo, como fue ofrecerse de protector de acosadores, siempre con la constante de pasar desapercibidas las enormes oportunidades de quedarse callado y resolver los problemas con oficio político.

En el sistema mexicano cien por ciento verticalizado de mando único, era proverbial que un gobernador no podía afectar al sistema en su conjunto porque o era llamado a ocupar un lugarcito en los niveles secundarios o terciarios del gabinete central, o se les descubría la necesidad imperiosa de atender una salud que impedía de acuerdo a los cánones, que el poder se estancara por la falta de pericia de un sátrapa desubicado que ponía el riesgo la salud de todo el barco. Esta constante es una regla que debe respetarse como mínimo, máxime que la presidente Sheibaum tiene fama de no prorrogar irresponsablemente las inconstancias de quienes dicen ser colaboradores eficaces.

Me parece que la ahora presidenta no debe olvidar el acto desastroso de septiembre del 2023 que resultó ser la “incorporación” de políticos quirinistas a Morena, donde los de ese partido, reprobaron y abuchearon la finalmente frustrada maniobra.

En los tiempos del PRI hubiera sido imperdonable esa celada, que tenía todos los visos de una trampa o de un descuidado arreglo sin acuerdos previos, de parte de la masa morenista que se puso rejega a la pésima organización atribuida a Inzunza.

La desconfianza no es gratuita y el albazo de meter a Inzunza en la primera candidatura al Senado por Morena, apenas le dio a Rocha la oportunidad de una segunda posición en la prelación de la fórmula que encabezó finalmente Imelda Castro, que tuvo que aguantar tormentas torrenciales para dar la cara por el favorito de Rocha.

Sin embargo, aunque se le caen todas las coartadas a Rocha, como la última de indudable peso que han difundido los periodistas Azucena Uresti y Luis Chaparro, evidenciando que el gobernador de Sinaloa, no pisó jamás suelo estadounidense el día del Culiacanazo del Mayo; en el Centro parece no tienen a la mano la forma precisa para relevarlo, con las consecuencias lógicas de una ingobernabilidad que cada vez alcanza una mayor extensión en lo social y en el plano económico que suma deterioros que obligan a decisiones prontas y eficaces.

Las respuestas probables son varias: por una parte, la señora que está en Gobernación, no tiene tablas para esos menesteres, lo suyo es informar a Palenque. Por otra parte, Rocha fue eliminando uno a uno sus posibles sucesores desde que tomó posesión prácticamente: la primera fue la recomendada por Andy López Beltrán, Ruth Díaz Gurría, que era secretaria doble de Bienestar y de medio Ambiente, le siguieron otros competidores: Luis Guillermo “el Químico” Benítez quien fuera alcalde de Mazatlán y jefe original del morenismo, Jesús Estrada Ferreiro, exalcalde de Culiacán y el que mas trabajo le costó, Héctor Melesio Cuén, el cacique incluso post mortem de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Rocha por supuesto tiene sus gallitos y una gallina, son: Enrique Inzunza el senador y Juan de Dios Gámez el alcalde Culiacán y la diputada local Teresa Guerra. Mario Delgado trae a Jesús Ibarra, hermano de un colaborador muy cercano al secretario de Educación. Faltaría saber si una carta nueva como el secretario de Agricultura Julio Berdegué o la senadora Castro, pudieran ser las soluciones que intentaran al menos estabilizar el desorden que sigue creciendo.

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