Las Vegas.- El republicano Donald Trump y la vicepresidenta demócrata, Kamala Harris, tienen como punto de encuentro en las elecciones presidenciales estadounidenses eliminar el impuesto a las propinas para atraer el voto de trabajadores como los del estado clave de Nevada, una promesa difícil de cumplir, pero que se ha convertido en una de las iniciativas más atractivas de su programa económico en la región.
Mía Silva, una barman de 51 años originaria de Venezuela y residente en Las Vegas, gana el sueldo mínimo (que en Nevada es de 12 dólares la hora) trabajando en un reputado restaurante ubicado en la famosa franja de casinos y hoteles. Según relata, el 90 % de sus ingresos provienen de las propinas.
Silva, que no pertenece a ningún sindicato, ha tenido que buscar un segundo trabajo porque lo que gana “no es suficiente”, cuenta a EFE.
EFE