Carlos Arturo Baños Lemoine.
Agoniza un sexenio gris con un septiembre negro. Andrés Manuel López Obrador, el Tirano de Macuspana, presume “popularidad” ya que no puede presumir buenos resultados; pero se trata de esa “popularidad” obtenida al calor de las limosnas que han sido entregadas a masas resentidas y necesitadas de desahogo. En México, cualquiera se convierte en dios si entrega “dinero gratis” (limosnas) a personas que, además de necesidades apremiantes, necesitan canalizar su frustración hacia enemigos reales o imaginarios.
Así es: López Obrador supo sacar provecho del trauma estructural de millones de mexicanos. Toda persona económica y emocionalmente jodida es sumamente influenciable por demagogos de la talla de López Obrador. Muy bien lo sabían los muchos demagogos de la Roma Antigua: para la plebe… ¡pan y circo!
Y mientras fuerzas huracanadas mantienen en vilo a 28 entidades de nuestro país, con efectos catastróficos en Guerrero y Oaxaca, Sinaloa sigue siendo el escenario de una “guerra civil narca”, donde los dos polos del Cártel de Sinaloa (mayos y chapos) se enfrentan por el liderazgo de la jugosa plaza ante la mirada pasiva, inerme, inútil y vergonzante de los militares que han renunciado a ejercer el monopolio de la fuerza pública contra el crimen organizado, y todo a cambio de jugosos contratos y pingües funciones burocráticas al amparo del poder presidencial de la Cuarta “Transtornación” Mental.
Además, la actual legislatura federal ha aprobado una estúpida reforma al Poder Judicial, que parte del estúpido supuesto de que los jueces, magistrados y ministros elegidos “por el pueblo” serán mejores que los actuales jueces, magistrados y ministros. El asunto de fondo es darle gusto a López Obrador, el “monarca guajiro” que sigue peleándose con el papel conquistador y colonizador de España, olvidando que los grandes aliados de Hernán Cortés fueron los pueblos indígenas avasallados por los aztecas y que, nos guste o no, España impulsó la obra civilizadora que hoy en día conocemos como “América Latina”.
¿Y servirá de algo que la Guardia Nacional quede adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional cuando todos los días los militares pierden la guerra contra el crimen organizado? Una reforma idiota más.
En seguridad, un fracaso. En salud, un fracaso. En educación, un fracaso. En migración, un fracaso. En infraestructura para el desarrollo, un fracaso. En gobernabilidad democrática, un fracaso. En transparencia, un fracaso. En economía y finanzas, una bomba de tiempo. ¡Ah, pero para paliar el fracaso… qué tal las “Limosnas del Bienestar”!
Para colmo, quieren que nos traguemos la idea de que el Tirano de Macuspana pasará a retiro tras entregarle la banda presidencial a su delegada, Claudia Sheinbaum, como si no supiéramos que López Obrador es un vulgar ambicioso de la política con ganas de ejercer el poder gubernamental de forma vitalicia desde la silla presidencial o fuera de ella.
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