Raúl Flores Martínez.
El Cártel de Tláhuac, conocido por su implicación en actividades delictivas en la Ciudad de México, llegó a controlar diversas áreas de las alcaldías Xochimilco y Tláhuac. Entre ellas, ocho hectáreas de suelo de conservación, que utilizaban como tiraderos clandestinos de escombros y cadáveres, así como casas de seguridad y puntos de venta de drogas.
Este control criminal afectó directamente a una de las áreas naturales protegidas más importantes de la capital, ubicadas en los límites de ambas alcaldías, esto obligó que a principios de la actual administración que está a punto de concluir, se pidiera el apoyo de la Guardia Nacional a quién se le donó un terreno para la construcción de su cuartel y así evitar que los malandros siguieran utilizando esa zona para sus actividades delictivas.
Algo que se debe de reconocer es el trabajo que ha realizado la todavía Directora General de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, Columba Jazmín López Gutiérrez, se puso a trabajar en pro del área natural protegida para darle un giro de 360 grados.
Ahora los esfuerzos coordinados entre el gobierno de la Ciudad de México y diversas instituciones de investigación, se logró revertir esta situación con el apoyo de especialistas, entre los que se contaron biólogos, ingenieros agrícolas e investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma Metropolitana, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional que colaboraron en la creación del Centro para la Preservación de la Biodiversidad de la Ciudad de México.
Este centro, ubicado entre las lagunas de San Gregorio Atlapulco y el Lago de Xico, se enfoca en la recuperación ecológica de cinco hectáreas de humedales, donde el trabajo realizado en esta área ha sido artesanal y cuidadosamente planificado para restaurar el equilibrio del ecosistema.
Además, se puso en marcha el Centro de Propagación de Plantas Acuáticas que ayudará a recobrar algunas que están en peligro de extinción junto con fauna entre la que destaca algunos anfibios, como el ajolote.
Esto es lo que se llama trabajar en favor de algo, un trabajo intenso que no se ve, pero sus efectos benefician a miles de personas que pueden respirar lo que este nuevo pulmón está dejando, sobre todo lo que dejará para las nuevas generaciones.
