Rubén Cortés.
El todavía presidente abrió su gobierno con una consulta que marcó el dedo de los votantes con untura para hongos de los pies y así canceló el aeropuerto de Texcoco; y la cierra otra de firmas falsas y el voto de personas muertas, para avalar el corredor interoceánico de Tehuantepec.
Y, como todo en este gobierno se hace en el nombre del padre, pues el presidente tuvo la previsión de encargar a su hijo Gonzalo López Beltrán la supervisión de las obras del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que sólo este año maneja un presupuesto de 17 mil millones.
Además, también en el nombre del padre, el presidente tuvo la previsión de encargar a su hijo Andrés López Beltrán la definición de las candidaturas hasta 2030, el padrón de militantes y la estrategia política de facto del gobierno, con el puesto de “secretario de Organización de Morena”.
Pero todo esto se afinca en la simulación como política de Estado. Así canceló el presidente la construcción del aeropuerto que desbancaría al de Miami como centro universal de los vuelos con escalas entre Europa, Asia y América: todo ese dinero se quedaría en México.
El presidente tiró todo eso a la basura con una consulta al 0.1 del padrón electoral, y marcando el dedo de los votantes con colorante para hongos de los pies, aunque la obra estaba avanzada en un 30 por ciento, y por la cual ahora paga 331 mil 966 millones en indemnizaciones.
Hizo la consulta sin instituciones del Estado ni organizaciones ciudadanas; tampoco del INE, que había supervisado su triunfo electoral tres meses antes. Morena instaló las casillas, contó los votos y dio los resultados, que afectarán a generaciones en los próximos 50 años.
El presidente seleccionó los 538 municipios para instalar las casillas, cuidando de que ninguna estuviera en el Edomex, donde está Texcoco, la zona que más se beneficiaría de la obra. Pero instaló 42 en Chiapas, a casi mil kilómetros de distancia.
Para construir el corredor de Tehuantepec, la obra que supervisa su hijo Gonzalo, el presidente consultó hasta a Inocencio Morales, quien estaba muerto hacía un año, según una investigación de El Universal. La firma de Inocencio está en el acta de la consulta en su pueblo.
La consulta de la obra del hijo, en el nombre del padre, se hizo cuando todavía no existían planos del proyecto, medición de impacto ambiental ni método de expropiación de tierras. La consulta fue una manipulación, igual que la del aeropuerto de Texcoco.
Bajo el método de las consultas, el crecimiento económico de México ha sido de 0.9% cada año: en los 10 años anteriores fue de 2.5% cada año.
No hay país que pueda sobreponerse a eso.