Rubén Cortés.
El mismo día que la presidenta de Morena condenó aquí el nepotismo, aunque su hermana es titular del ISSSTE y dos primas tienen altos cargos en el gobierno; Evo Morales marchó con los pobres calzando tenis de 500 dólares. Es la marca de la casa del nacionalpopulismo: la comedia.
El mismo día, también un hijo del presidente de México saltó de vendedor de chocolates “Rocío” a secretario de Organización de Morena, cargo clave porque lleva la operación política y el control de las finanzas. Además de tratar directamente con el dueño del partido.
Una prima del presidente, Manuela Obrador, será la delegada de Apoyos del Bienestar en Chiapas, para manejar un presupuesto de 543 mil 933 millones de pesos. Pero, eso sí, la presidenta de Morena fue contundente: “No damos cabida al nepotismo ni al amiguismo”.
Y subió la parada: “Practicamos un Plan de Austeridad Republicana, que incluye erradicar privilegios de los funcionarios”. Excelente, porque en este gobierno practica una austeridad que ya quisieran quienes pagan a precio de oro el kilo de huevo y de limón.
Miguel Torruco come en su oficina Rib Eye Prime, Sirloin Prime, New York Prime, Salmón Ahumado y Chuleta de Ternera. Y Rosario Piedra, cortes finos calidad tipo Certified Angus Beef©, Ribeye, New York, T-bone, Porterhouse, como se vio en videos en su oficina de la CNDH.
Sí, se los comen en sus oficinas. Porque es este un gobierno que basa su narrativa en el fingimiento: sus funcionarios van poco a restaurantes para evitar ser vistos en público gastando miles de pesos. Así que tienen que tragarse ocultos sus exquisiteces culinarias.
Pero no es único del nacionalpopulismo mexicano. Evo Morales marchó con los pobres el domingo en Bolivia, calzando tenis exclusivos Terrex, de Adidas, fabricados para que el caminante esté más cerca del suelo, y obtenga un mejor control de la zancada. Esos no los tiene ni Obama.
Le preguntaron a Evo Morales por que usa tenis caros si dice ser pobre y dijo: “Todos los tenis que tengo son regalados”. Claro que no es pobre: es riquísimo. Sólo durante su último año como presidente, su fortuna creció en 389 millones de dólares.
La explicación de Evo Morales a su enriquecimiento es una joya: “Es que me regalaron 500 ponchos finamente tejidos y los vendí. ¿Yo, qué culpa tengo? Si el pueblo me regala y me regala ponchos, mi patrimonio va a seguir creciendo. Yo sólo soy un esclavo del pueblo”.
Ser esclavo del pueblo ha demostrado ser un negociazo. Según Forbes, dos de los más grande esclavos del pueblo, Fidel Castro y Hugo Chávez, dejaron, el primero, una fortuna de 900 millones de dólares; y el segundo, de 56 mil millones de dólares.
Qué maravilla.