¡Al diablo con sus instituciones!    

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Aunque no lo crean, hay algo en lo que Andrés Manuel López Obrador sí cumplió, y por mucho. Aquí el recuento de promesas honradas por el mandatario de la transformación.

Empezó por nombrar lacayos improvisados al frente de dependencias que acabaron sucumbiendo ante el desinterés, la asfixia presupuestal y la incompetencia: Comisión Nacional de Derechos Humanos, Fondo de Cultura Económica, Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, CONACYT, CIDE, Instituto Nacional de Migración y un largo etcétera de personajes e instituciones que dejaron de cumplir cabalmente las funciones para las que fueron creadas.

En algunos otros casos, la guadaña no cortó sólo la funcionalidad sino la cabeza misma de más de 500 fideicomisos públicos, estancias infantiles, refugios para mujeres, fondos de estabilización y un sinúmero de iniciativas gubernamentaless para toda clase de apoyos específicos: cine, arte, innovación, tecnología, ciencia, emprendimiento, prevención de desastres, gastos catastróficos, becas deportivas o académicas, promoción.  Un desastre.

El pretexto fue la austeridad pero la realidad manifiesta fue el saqueo de fondos públicos para aviesos fines de promoción política personal: AMLO el benefactor de los más débiles y el constructor de obras vistosas aunque inútiles.

No importó dejar sin servicios de salud a 30 millones de personas cuando lo relevante fue inventar el cuento de convertir al sistema de salud pública en el mejor del mundo.  Ahí se fue al diablo el Seguro Popular, sólo para que el INSABI sufriera la misma gangrena de la indolencia y la estupidez.

Qué más da la muerte de 200 mil personas si en lugar de una Policía Federal profesional se inventó la Guardia Nacional dizque civil que acabó bajo la tutela de las Fuerzas Armadas, mismas que emprendieron una requisa generalizada de otras actividades.

¡Qué herejía usar los padrones de programas de asistencia social vigentes, si era más fácil repartir dinero a todo mundo por igual, de parte del presidente de la República! Para qué cambiarle el nombre a Progresa si podíamos destruirlo por completo y suplirlo con un ejército de promotores del voto vestidos de guinda.

Cumplió el presidente poniendo bajo la espada de Damocles al Instituto de Transparencia o al de Telecumunicaciones, a la Comisión de Competencia Económica, al Instituto Nacional Electoral o al mismísimo Banco de México, cuya autonomía se presumía cotidianamente mientras coptaba los asientos de su junta de gobierno con economistas afines a la 4T.

Y la cereza del pastel: tomar por asalto -por la buena electoral y por la mala del robo que fue la sobrerrepresentación legislativa- al Congreso de la Unión, a la par de que con esa mayoría espuria destruir el otro poder, el Judicial.

Sí. AMLO cumplió con creces aquella estúpida arenga, y mandó al diablo a las instituciones. Y con ellas, se lleva a México a su rancho: sí, a la mismísima Chingada.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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