¡¡¡Las drogas silenciosas en México!!!

Raúl Flores Martínez.

En la actualidad, las drogas sintéticas como el fentanilo y las metanfetaminas han alcanzado niveles de alarmante peligrosidad, especialmente por su capacidad para ser consumidas sin dejar rastros.

A diferencia de sustancias tradicionales como el alcohol o la marihuana, estas drogas no emiten olores, no dejan huella en la ropa o el aliento, y en muchos casos, una sola dosis puede resultar letal.

El fentanilo, por ejemplo, es un opioide sintético que, con cantidades tan pequeñas como 2 miligramos, puede quitarle la vida a cualquier persona. Recientemente, una forma de fentanilo conocida como “Arcoíris” ha comenzado a circular en las calles de México.

Estas peligrosas pastillas, que simulan pequeños caramelos de colores, están diseñadas para atraer a un público joven, principalmente a menores de edad, con la intención de engancharlos al consumo, esta estrategia cruel pone en riesgo la vida de niños y adolescentes, quienes, sin saberlo, pueden estar consumiendo una sustancia mortal.

En las calles y redes sociales de México, las drogas sintéticas se disfrazan bajo nombres llamativos que buscan captar la atención de los jóvenes. En el caso de las metanfetaminas sólidas, encontramos nombres como “China-white”, “M-30”, “Arcoíris”, “Base”, “Cristal”, “D-meth”, “Fast”, “Vidrio”, ” Hielo”, “Meta”, “Speed”, “Whiz”, “Pure” y “Wax”. Por otro lado, la metanfetamina líquida se conoce como “Sangre de leopardo”, “Rojo líquido”, “Sangre de buey” y “Speed rojo”.

Esta nomenclatura seductora es utilizada por el crimen organizado para atraer a un público vulnerable: los menores de edad. El uso de estos nombres no solo minimiza la percepción de peligro, sino que también los normaliza en el entorno de los adolescentes, quienes pueden verlas como algo inofensivo o incluso atractivo.

Sin embargo, el riesgo es devastador, ya que el consumo de estas drogas puede llevar a la muerte en cuestión de minutos; sin embargo, el tratamiento contra algunas adicciones es sumamente costoso para muchas familias, sobre todo de bajos recursos.

En países del primer mundo, el tratamiento contra cualquier tipo de adicción suele estar bajo la supervisión de un equipo multidisciplinario compuesto por médicos generales, psiquiatras, psicólogos, nutriólogos y enfermeras especializadas en adicciones. Esta atención integral es crucial, ya que muchas personas que sufren de adicción también presentan desórdenes alimenticios o padecen otras enfermedades relacionadas. Sin embargo, en México, el acceso a este tipo de atención es limitado y costoso.

El costo de un tratamiento completo fluctúa entre 15 mil y 20 mil pesos, lo que lo hace inaccesible para muchas personas. Si bien existen lugares que ofrecen servicios gratuitos, la realidad es que “nada es gratis”. En algunos de estos centros, las condiciones son lamentables, ya que se alimenta a los pacientes con comida recogida de mercados.

No es un secreto que las drogas sintéticas representan una amenaza real y creciente, especialmente para los jóvenes, la falta de olor o huellas visibles las hace aún más peligrosas, ya que pueden consumirse de manera inadvertida, aun así no hay una encuesta nacional contra las adicciones con la finalidad de seguir engañando a los mexicanos de que en el mundo de pejelandia no pasa nada.

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