Rubén Cortés.
La venta de la reforma judicial por parte del presidente y su sucesora es una contradicción grandiosa, desde su expresión de que significa la independencia “del pueblo”: eso es una mentira. Porque el gobierno hará una lista de lo que el gobierno llame “jueces”, y el pueblo votará esa lista.
Su gente dice sí a todo al gobierno, porque el gobierno les da dinero cada dos meses. Y con dinero baila el mono: a su gente sólo le interesa el dinero. Pero la reforma se regirá por el sistema cubano de elecciones, que consiste en que el gobierno hace una lista y se las da a votar a los ciudadanos.
Así que México entra en un sistema de votaciones (por ahora para los jueces) rigurosamente exacto al sistema de elecciones de Cuba. Y, ojo, ese sistema de elecciones es imposible, al final, sin una policía política que induzca al voto que quiere el gobierno: no hay populismo sin Gestapo.
Pero ¿cómo son las elecciones en Cuba?
–El gobierno presenta una lista de 26 mil 746 candidatos a los vecinos en barrios y comunidades, así como a las organizaciones que controla (sindicatos, mujeres y pequeños agricultores). Desde esa lista, los ciudadanos elijen a 12 mil 427 personas que ocuparán los puestos.
¿En qué momento candidatea “el pueblo” a alguien en ese método? En ninguno, porque “el pueblo” es ahí únicamente un mono de ojos vendados y platillos en las manos para aplaudir.
Y ¿cómo serán las elecciones de jueces en México?
—La mayoría del Congreso, que es de Morena, el partido gobernante, dará a la gente una lista de 10 mil 815 candidaturas, para que la gente escoja a mil 481 el día de la elección, la cual será una verbena: 25 boletas con 10 mil 815 candidaturas para elegir a mil 481 en dos minutos.
¿En qué momento candidatea “el pueblo” a alguien en ese método? En ninguno, porque “el pueblo” es ahí únicamente un mono de ojos vendados y platillos en las manos para aplaudir.
Aquí la cereza del pastel será la elección de un Gran Hermano, integrado por cinco tlatoanis, que vigilará a los mil 481 juzgadores y juzgadoras para dictar sentencias a indicación de Morena. Si alguno se sale del aro, el castigo es la cárcel: lo puntualiza el dictamen de la reforma judicial.
Entonces ¿dónde está la independencia “del pueblo” en esta reforma? En ninguna parte, porque “el pueblo” pondrá 10 mil 815 cruces en nombres de los que en su vida habrá oído mencionar. Definitivamente, esta reforma demuestra que lo que ha dañado a México es la grosería, no la política.
En todo caso, ha sido la política grosera.