Por. Raúl Flores Martínez
La violencia que se ha desatado en las últimas semanas en el país es una muestra de la lamentable estrategia de “los abrazos, no balazos”, estrategia del fracasó a favor de los distintos grupos del crimen organizado.
La violencia en Sinaloa, Nayarit, Chiapas, Morelos, Guerrero y ahora Zacatecas, son la viva prueba de lo que se dejó de hacer en los últimos seis años en México, una lucha frontal contra las organizaciones criminales, ahora tenemos otro capítulo de la narcoviolencia.
No cabe duda de que Zacatecas continúa siendo escenario de enfrentamientos violentos y una creciente presencia del crimen organizado, una situación que genera una atmósfera de incertidumbre y temor entre los habitantes. A pesar de los constantes actos delictivos, el gobernador David Monreal parece no mostrar prisa por resolver una problemática que afecta la vida cotidiana en la entidad.
Zacatecas se ha convertido en un territorio clave para las organizaciones criminales, debido a su geografía y las importantes rutas de carreteras que atraviesan el estado, facilitando el trasiego de drogas y otros ilícitos.
Esto ha atraído a algunos de los cárteles más poderosos de México, como el Cártel del Pacífico (también conocido como el Cártel de Sinaloa), el Cártel Jalisco Nueva Generación, el Cártel del Golfo y el Cártel del Noroeste, aunque también se reporta la presencia de Los Talibanes, un grupo derivado de Los Zetas.
La influencia de estas organizaciones en Zacatecas es significativa. El CJNG y el Cártel del Golfo controlan 25 de los 58 municipios del estado, mientras que el Cártel de Sinaloa tiene presencia en 15 municipios.
Los talibanes operan en 11 municipios, y el Cártel del Noroeste tiene influencia en cinco. Esta distribución de poder refleja la fragmentación del control territorial y la complejidad de la situación de seguridad en la región.
A pesar de la grave situación, el gobierno de Monreal ha sido ampliamente criticado por la falta de una estrategia clara y contundente para contrarrestar la violencia, mientras la ciudadanía, atrapada en el fuego cruzado de los cárteles exige respuestas y soluciones efectivas para recuperar la tranquilidad en su estado. Sin embargo, la percepción generalizada es que la acción del gobierno estatal es lenta e insuficiente, lo que agrava aún más la crisis de seguridad en Zacatecas.
La situación en Zacatecas es un recordatorio alarmante de la guerra territorial que sigue en marcha entre los cárteles en diversas partes del país, con la población civil como principal víctima en esta lucha por el control del narcotráfico.
