Raúl Flores Martínez.
ien dice el dicho popular que no hay más ciego que un morenista que trata de convencer qué “vamos bien”, “todo es fabuloso”, “un país en calma”; dichos por los gobernantes morenacos qué desde su cerrazón no quieren ver la olla de presión a punto de explotar.
Ejemplo es Sinaloa que ha sido testigo de una semana marcada por la violencia, con Culiacán y sus comunidades rurales como epicentros de los hechos, extendiéndose también hacia poblados serranos en el sur del estado.
Ayer viernes fue el quinto día consecutivo de violencia, se registraron bloqueos con la quema de vehículos en la autopista Mazatlán-Durango, a la altura del Puente el Sinaloense.
El bloqueo logró ser retirado después de varias horas, pero mientras tanto, la capital del estado vivió otro episodio sangriento: dos personas fueron asesinadas, una de ellas decapitada.
Estos incidentes han generado alarma en la población y tensión en las autoridades locales, como la Fiscalía General del Estado que reveló que el número de muertos ha ascendido a 15 desde el lunes 9 de septiembre, cuando se produjeron los primeros enfrentamientos en Culiacán.
La disputa por el cártel del Pacífico es una realidad. Aquí lo adelantamos en su momento, a pesar de que los morenistas desde el púlpito Presidencial y sus gobiernos estatales, sigan pregonando que no pasa nada.
La escalada de violencia ha generado incertidumbre y temor en la región, mientras las fuerzas de seguridad buscan controlar la situación en medio de un clima de creciente inseguridad.
A nivel internacional, este aumento en la violencia coincide con un evento judicial de gran relevancia: el líder del Cártel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada García, de 76 años, fue procesado en un tribunal federal en Brooklyn, Nueva York. Se le imputan 17 cargos relacionados con el tráfico de drogas, delitos con armas de fuego y lavado de dinero. La captura y procesamiento de “El Mayo” representa un duro golpe para el cártel, aunque también abre interrogantes sobre las posibles repercusiones en la estructura criminal y el posible recrudecimiento de la violencia en la región.
El juicio de Zambada García se suma a una larga lista de líderes del Cártel de Sinaloa que han sido procesados en tribunales estadounidenses, todos acusados de infligir un daño incalculable tanto en México como en Estados Unidos, afectando a miles de familias y comunidades.
Mientras el proceso judicial avanza, la situación en Sinaloa sigue siendo crítica, y las autoridades locales, federales y el Ejército continúan como si nada pasara, total le faltan quince días para que se vaya a la “chingada” López Obrador a descansar, dejando una guerra intracárteles, zozobra y muerte.
