Marissa Rivera

Marissa Rivera.

Si algo debiera sorprendernos del martes negro es la codicia con la que actuaron el presidente y sus secuaces.
¿Cuál era la urgencia? ¿Por qué avasallar? ¿Por qué no escuchar? ¿Por qué no negociar? ¿Por qué?
El desaseo, la prontitud, el sometimiento de un senador y el voto a cambio de la impunidad de la Familia Yunes Márquez fue un botón de cómo se ejercerá el control político y judicial en el país.
En diciembre la presidenta Claudia Sheinbaum tendría la oportunidad de nombrar a un ministro para cubrir la vacante del saliente Luis María Aguilar Morales.
Hombre o mujer se sumaría a los cinco nombramientos que realizó la actual administración. Juan Luis González Alcántara Carrancá, Margarita Ríos Farjat, Yasmín Esquivel, Loreta Ortiz y Lenia Batres.
Sin contar con los primeros dos, que dieron a espalda a las imposiciones de López Obrador, Sheinbaum Pardo tendría cuatro votos cautivos de 11 que integran el pleno.
Cuatro votos fundamentales para desestimar cualquier controversia incluidas las acciones de inconstitucionalidad, que deben ser aprobadas por al menos 8 votos.
Durante este sexenio en el ámbito legislativo hubo la apertura para escuchar, analizar y discutir diversas iniciativas en los llamados “foros parlamentarios”.
Pero al mismo tiempo y contradictoriamente hubo cerrazón e ignoraron cualquier propuesta que modificará siquiera una coma de la iniciativa.
O sea, una vacilada, una vil engañifa.
En las redes sociales circula una leyenda de las tres promesas del presidente no ha cumplido: no robar, no mentir y no traicionar.
Ese rayito de esperanza se convirtió en un trueno de venganza.
Traicionó a los estudiantes de derecho, a los trabajadores del poder judicial y al servicio de carrera judicial.
De nada servirá la preparación, los exámenes y la experiencia, si ellos, el poder legislativo en contubernio con poder ejecutivo, decidirán quienes estarán en la boleta.
Fíjese en la trampa en el caso de la elección de ministros. La presidenta tendrá derecho a proponer 10 candidatos; el Congreso (Senado y Diputados, dominados por Morena) otros 10 y el desvencijado Poder Judicial, los últimos 10.
Si alguno de los tres poderes no hace sus postulaciones dentro del plazo requerido ya no podrá ejercer esta facultad.
O sea, si las cámaras presentan aspirantes fuera de tiempo, pierden su derecho.
Si la Corte no logra los votos necesarios para sus postulaciones no podrá hacer propuestas.
De manera que sólo estarían presentándose a la elección los candidatos del Ejecutivo Federal.
Se la pasaron diciendo hasta el hartazgo que el pueblo elegirá a sus ministros. Nada más falso, el pueblo elegirá a los que el gobierno imponga.
Mintió al Poder Judicial aquel 8 de agosto de 2018 cuando al recibir la constancia de mayoría dijo que no se entrometería y sería respetuoso de las decisiones de los tribunales y de los jueces.
Quedarán para la historia sus frases “El Ejecutivo no será más el poder de los poderes, ni buscará someter a los otros”. O “El presidente no tendrá palomas mensajeras ni halcones amenazantes ninguna autoridad encargada de impartir justicia será objeto de presiones”.
En ese momento dijo que los mexicanos estaban hartos de la prepotencia influyentísimo y deshonestidad, seis años después sus palabras describen a la perfección la situación actual que vive el país.
Robó los sueños de muchos mexicanos que han luchado por un México democrático. Robó la ilusión de México unido. Robó el deseo de miles de estudiantes de ser escuchados y robó la tranquilidad de un país que vive polarizado gracias a sus obsesiones y ocurrencias.
En varios Congresos Estatales ya se aprobó de manera inmediata y sin discusión la reforma. Insisto, por qué la prisa.
La oposición ya trabaja en todas las instancias posibles para tirarla.
Desde juicios de amparo y acciones de inconstitucionalidad hasta acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
López Obrador deja una herencia maldita a Claudia Sheinbaum.
Ojalá, ella de un paso crucial para incluir las aportaciones positivas que se hicieron durante los sordos ejercicios parlamentarios.
Esa reforma judicial debe incluir forzosamente dos elementos de la procuración de justicia que inciden de manera profunda y alarmante en la impunidad que vive el país: las fiscalías y los ministerios públicos.
Mínima, pero existe la esperanza que ahora que tome posesión la presidenta estire la mano, abra las puertas al diálogo y esté dispuesta a escuchar.

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