No a la Reforma Judicial

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Hace unos cuantos días, la esperanza de detener el esperpento de Reforma Judicial estaba ya solamente en la movilización social y en la protesta de los propios miembros del tercer poder nacional.

Si bien el primero de ellos, el Ejecutivo, tomó ya por asalto al segundo, el Legislativo, de pronto emergió un último reducto congresional y con él la posibilidad de frenar los afanes oficialistas con sus propios recursos constitucionales.

Vivimos, pues, horas cruciales en que 43 senadores de la República tienen la oportunidad, que parecía ya proscrita, para evitar que la mal llamada Cuarta Transformación se apodere de la impartición de justicia en México y con ello siga un claro proceso de convertir a México en un país sujeto a la voluntad de un solo hombre.

Si bien una abusiva asignación de curules y escaños le regaló a Morena la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, en el Senado no fue suficiente y dejó al partido de Andrés Manuel López Obrador a 3 votos de ello, diferencia que se redujo a tan sólo un sufragio con la cobarde conversión de los perredistas recién electos Araceli Saucedo y José Sabino Herrera, quienes son los nuevos traidores de la historia patria.

Muchos, me incluyo, dimos por hecho que a los gandallas morenistas no les costaría trabajo conseguir el último voto para darle a AMLO su regalo de despedida de Palacio Nacional o de bienvenida a la casa de gobierno de La Chingada, como se quiera ver.  Me equivoqué: la gallarda lucha callejera ha incluído un marcaje personal sobre los 43 senadores de cuyo voto pende el futuro inmediato de nuestro país.

No será fácil, pues, ejecutar cualquier maniobra para que alguno de esos legisladores le dé esa mayoría añorada por el oficialismo. Si “se enferman”, “van al baño a la hora de votar” o -más difícil aún- votan a favor de la Reforma, serán señalados severamente como responsables directos de lo que venga.

Porque el triunfo de la sensatez, de pensar en reformar al Poder Judicial pero para hacerlo más eficaz, funcional y -sobre todo- manteniendo su independencia y paridad frente a los otros dos poderes, está más que nunca al alcance del bloque opositor, que además puede resurgir como lo que debe ser: un contrapeso a la avalancha autoritaria de la 4T.

Los graves riesgos para México no desaparecerán esta semana aún si se frena la primera de las reformas del llamado “Plan C”. Pero si esos 43 hacen lo propio habrán propinado un duro golpe político a AMLO, que pudiera ser el principio del fin de su proyecto personal de mantenerse en el poder pleno, así fuera a través de su pupila y fiel escudera Claudia Sheinbaum.

Paradójicamente, a la presidenta electa es a quien más conviene que eso suceda, porque a los problemas que hereda en materia fiscal, de seguridad, salud y educación entre muchos otros, no se sumarían los perniciosos efectos que tendría el hecho que México avanzara más hacia una dictadura: fuga de inversiones, devaluación y recesión económica, con lo que cualquier proyecto de gobierno es inviable.

¡Venga pues!

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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