Rubén Cortés.
Cuba esperó seis años para iniciar en grande la invasión ideológica en México. Arrancó con, en apariencia, un inocente centro cultural. Pero es su pica en Flandes para penetrar a México con el castrochavismo, en una labor pensada para décadas.
Hasta ahora, sólo fue dinero eso de los médicos, envíos de petróleo, compras de vacunas o piedras para el Tren Maya. Lo que sigue es la ponzoñosa labor cubana de zapa ideológica y adoctrinamiento en los sectores populares, escuelas y universidades públicas.
El Centro Cultural México-Cuba Benny Moré es un espacio artístico-literario, música, artesanía, pintura, cine, teatro, danza, conciertos, conferencias, exposiciones, talleres de creación artística. Todo muy lindo, pero es un huevo de serpiente ideológico.
El régimen cubano está diseñado para trazar estrategias a décadas; y extiende sus tentáculos en los países que coloniza, a través de una fachada artística “solidaria” y avanzadas “humanitarias” de médicos: pero todo para promover el comunismo.
Ejemplo vivo de los operativos cubanos de largo aliento es el actual presidente de México, quien, ya entrado en sus 50 años, sólo había viajado dos veces al extranjero, y fueron a Cuba. Y es pública y vivaz la admiración del presidente por el comunismo cubano.
La Habana piensa a futuro. Fidel Castro pastoreó desde 2006, al menos públicamente, al actual presidente mexicano. Ese año escribió sobre él, en Granma, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba:
“López Obrador será la persona de más autoridad moral y política de México cuando el sistema se derrumbe y, con él, la mafia del poder”.
Es el presidente, junto con Maduro, de Venezuela; Lula, de Brasil; Evo Morales, de Bolivia; Ortega, de Nicaragua; o Petro, de Colombia, parte de la miríada de políticos latinoamericanos con formación cubana y, en muchos casos, manutención castrista.
La mejor explicación sobre la destreza y el éxito de Cuba, aun siendo un país en ruinas y muerto de hambre, para colonizar países 50 veces más grandes; e influir en tantísimos otros, la ofrece Observatorio De Derechos Culturales & Gobierno Y Análisis Político AC:
La influencia cubana se basa en la construcción y uso extendidos —en el tiempo de seis décadas y el espacio mundial— de aliados, organizaciones y narrativas afines con el modelo autocrático del Estado y las élites cubanas. La cooperación autoritaria tiene, como soporte, un cuerpo diplomático que en instalaciones y personal posee mayor presencia que la mayoría de los países latinoamericanos e, incluso, europeos, a lo que hay que sumar el influjo de las redes de los llamados “grupos de solidaridad” y sus aliados políticos locales en prácticamente todos los países latinoamericanos, así como en buena parte del Norte desarrollado y del Sur global.
Y ya llegó a México.