Ahora no habrá más datos que los suyos

Rubén Cortés.

El “yo tengo otros datos”, que hasta ahora fue chistorete, se convertirá en política oficial, porque el nuevo sistema funciona mediante el apagón estadístico, consistente en la captura por parte del gobierno de la difusión de los indicadores del país.

Con la desaparición de los organismos autónomos, como los del derecho a la información pública y a la  transparencia, dejará de existir en los medios el aviso de “obtenido a través de una solicitud vía Ley de Transparencia y Acceso a la Información”.

Durante el sexenio que agoniza, fueron estos organismos independientes del gobierno (pero protegidos por el Estado) el único contrapeso a la información difundida a libre inspiración del presidente, en su conferencia matutina cotidiana.

Dentro de la corriente de gobierno conocida como “nacionalpopulismo”, que arrancó el viernes pasado en México, el apagón estadístico es un aporte del kirchnerismo de Argentina en su época de esplendor, sufragada por Hugo Chávez, que fue de 2003 a 2015.

El apagón estadístico es una maniobra que desconecta al país del exterior, y hace imposible que exista un control público autónomo para calcular y comprobar de manera científica los resultados de las políticas y decisiones de los gobiernos del nacionalpopulismo.

Durante el apogeo del kirchnerismo, el gobierno ocultó a los argentinos y al mundo las cifras reales sobre la economía, y multó a las consultoras privadas que publicaban datos diferentes a los del gobierno: los “otros datos” convertidos en política de Estado.

La dictadura venezolana tardó hasta 2013 en aplicar el apagón estadístico, ya que en su primera década el barril de petróleo estuvo a 100 dólares en el mercado mundial y no necesitó falsear ni ocultar información a las ciudadanos, quienes recibían montones de becas.

Pero con la llegada del desastre económico en 2012, el chavismo dejó de publicar los índices sociales, como de pobreza o desnutrición y, finalmente en 2014, el Banco Central de Venezuela dejó de publicar los reportes de inflación y del PBI.

Como sea, por detrás de la broma en serio de “los otros datos”, ya desde 2019 el actual gobierno capturó aquí el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que desde entonces dejó de ser autónomo, como era desde 2004.

Y, también en 2019, el actual gobierno comenzó a debilitar al INEGI, con la eliminación de 14 encuestas y censos sobre prevención de la violencia y la delincuencia, acceso a la información pública y protección de datos.

No es por casualidad que el presidente hable, en lugar de “crecimiento económico” de “desarrollo”; en lugar de “PIB”, de “bienestar”; y en lugar de “lo material”, de “lo espiritual”. Para más, dice aún: “Yo vivo con muy poco”.

Muy poco. Mjú.

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