Carlos Arturo Baños Lemoine.
El pasado jueves 15 de agosto, por fin Claudia Sheinbaum recibió su constancia como Presidente Electa. Ya sólo falta que asuma el cargo el próximo primero de octubre. De ella sólo podemos esperar más de lo mismo: ahora ella encabezará la dictadura populista-militarista que ha sido instaurada en México por la Cuarta “Transtornación” Mental. ¡Vaya orgullo para la primera Presidente de México!
Con Claudia Sheinbaum continuará, sin duda alguna: a) el sistema de manipulación de masas a partir del reprobable reparto de limosnas, b) la permanente cooptación de los militares a través de jugosos contratos para beneficio de los “mercenarios con muchas estrellas”, c) los abrazos al crimen organizado y el aumento de la inseguridad, d) el arrinconamiento de la débil oposición política, e) la represión técnica contra la prensa crítica, f) la descarada zalamería de los propagandistas que fingen ser periodistas, g) las alianzas con las aborrecibles dictaduras comunistas de América Latina (Cuba, Nicaragua y Venezuela) y un largo etcétera.
Además, podemos estar seguros de que, con Claudia Sheinbaum, arreciará la demagogia feminista: a la consabida y vomitiva apelación al “pueblo” por parte de López Obrador, Claudia sumará la apelación constante a “las mujeres”, tal como lo ha venido haciendo en los días más recientes con su ridícula frasecita “Es tiempo de mujeres”.
Por supuesto que nosotros no nos tragamos esa basura ideológica. Como ciudadanos críticos que somos, sabemos muy bien que el sexo de las personas no guarda relación directa con su eficiencia y eficacia en la gestión pública. Que un funcionario público sea mujer no nos garantiza, para nada, un mejor gobierno. Y, de hecho, sobra evidencia empírica que demuestra que las mujeres pueden ser igual de ineptas que cualquier varón: Claudia misma es ejemplo de esto, y súmenle a Layda Sansores (Campeche), Indira Vizcaíno (Colima), Mara Lezama (Quintana Roo) y Delfina Gómez (Estado de México), sólo por mencionar a gobernadoras recientes de la 4T. ¿Por qué, entonces, nuestros tiempos tendrían que ser “tiempos de mujeres”? ¿Esto en qué nos beneficiaría?
Cualquiera persona que haya cursado la asignatura de Metodología de la Investigación Científica en el bachillerato o en la universidad, sabrá perfectamente bien que entre la variable “sexo” y la variable “eficiencia” no existe relación directa alguna, por lo que resulta ridículo e idiota aplaudir la ocurrencia ésa de “Es tiempo de mujeres”. A mí, como ciudadano pensante, me importa un carajo que haya más mujeres políticas o burócratas: yo lo que deseo y espero es que haya más funcionarios públicos eficientes y eficaces, con total independencia de su sexo.
Pero en un país como México, con su pésima formación académica desde el nivel preescolar, resulta casi absurdo esperar que haya muchos ciudadanos críticos que se den cuenta de los embustes feministas de la Presidente Electa Claudia Sheinbaum.
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