Raúl Flores Martínez.
El espectáculo que dio el encargado de despacho de la Fiscalía de la Ciudad de México, Ulises para evitar que el exgobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado fuera detenido, deja claro que este abogado de cursos rápidos de universidades patito está al servicio de quien pague mejor.
No es un secreto que la Fiscalía capitalina es un organismo clave en la lucha contra la impunidad y la delincuencia. Sin embargo, en los últimos años, ha enfrentado numerosos desafíos que han puesto en duda su eficacia.
El fracaso en la eficiencia de las investigaciones, un fenómeno de lentitud en resolver casos y la falta de resultados concretos han generado desconfianza ciudadana.
Ya es urgente que se instrumenten mecanismos para agilizar las investigaciones y garantizar resultados efectivos.
Es necesario invertir en la capacitación de fiscales y personal, así como en tecnología y herramientas especializadas para tener éxito en la búsqueda de personas desaparecidas, sobre todo que sus procesos tengan transparencia.
La opacidad en sus procesos y decisiones alimenta la percepción de impunidad; es momento de exigir que todos los que laboran en la Fiscalía se comprometan con la transparencia y rendir cuentas regularmente sobre sus acciones y resultados.
Pero lo cierto es que la influencia política y el clientelismo han socavado la independencia de la Fiscalía, la prueba es como Ulises Lara casi se inclina para besarle los pies a Corral Jurado.
Queda claro que este personaje no querido ni por su propio personal, es uno de los personajes arribistas capaz de hacerle una felación al político en turno para conseguir con eso algo que profesionalmente no ha pidió hacer por su incapacidad en todos los aspectos.
Hoy sabemos que, en esta cuarta transformación, los puestos se dan por compadrazgo o pago de favores, no importando las incapacidades que tenga el funcionario en turno.
