Jorge Miguel Ramírez Pérez.
Como en los cuentos de fantasías que tienen de moraleja la coincidencia de que la imaginación es eso y nada más, el país que recibió Obrador a pesar de tener como marco de referencia las veredas de la corrupción que Peña Nieto engrandeció para su provecho, -muy a pesar de los atlacomulquenses- no perdía su estructura jurídica y una seriedad simulada pero formalmente reconocida que le permitía cierta posibilidad de reformarse; pero hoy, que suenan las doce, la carroza presidencial y los pajes en papel de cocheros, vuelven paulatinamente a la realidad y se muestran como son, unas ratas en medio de una fruta podrida.
Y resuenan desde ahora, para más pobladores, los avisos de un futuro en los que se evidenciarán los estropicios de una burocracia de baja estofa, plagada de errores y putrefacciones fabricadas exprofeso, para derruir el edificio de la legalidad del país.
Obviamente hay que decirlo sin descargo de responsabilidades, los omisos y los pícaros van a decir que solo recibían órdenes de no actuar, como las fuerzas del orden o de actuar a favor del mal, como los engañadores del INE y de tantas instancias que han demostrado su inutilidad funcional y su vocación de personificar el resentimiento como antinorma troncal para cobrar en la nómina del sedicente gobierno de Amlo.
Las invenciones falsas ya saltan como ranas en un charco pestilente sumando todas las contradicciones de un discurso vacío contrario a la razón política y a la razón sin apellido. Y le pido al lector, que amablemente me permita bordar brevemente en este mar de incongruencias algunas ideas para constatar lo que expreso, si me lo permiten.
México dejó de ser democrático porque la democracia es un sistema descentralizado de poder, por eso la definía el politólogo Robert Dahl como poliarquía, un conjunto de poderes que tienen su propio epicentro constitucional, en el que la armonía del poder público descansa en las libertades ciudadanas ante las que se subordinan los distintos poderes, que no admiten una preminencia de ninguno de ellos.
Aquí, si antes era un sistema centralizado encubierto de federal, ahora sin duda, es una concentración de poder concomitante a la acumulación de corrupción en la cúpula, porque el cuello de botella de las decisiones lo favorece. La cercanía al tirano es lo único que hace posibles los negocios sucios, como él, cínicamente lo aseveró al decir que esos negocios no eran de ninguna manera ajenos al poder presidencial.
De lo federal, basta decir que incluso los llamados programas federales simplemente fueron cercenados de los resortes estatales.
Tampoco es democrático porque los jefes de estado de los países democráticos se postulan para gobernar para todos los pobladores sin importar que hayan sido opositores o no. Entienden que una vez triunfada su postulación podrán tener opciones de colocar prioridades, siempre y cuando no afectan en los más mínimo los derechos de los demás, así hayan sido adversarios.
Hacer lo contrario desaparece la democracia, porque equivale a que cada gobierno rompa los derechos de los opositores, como sucede aquí, donde todas las mañanas el régimen amenaza e injuria a los que no acatan su forma de pensar o en la oprobiosa Venezuela actual, Cuba la decadente o en la ridícula Corea del Norte donde es una monarquía de una familia plutócrata que sojuzga a esclavos bajo la denominación de comunismo, que en realidad es la forma más aberrante para manejar personas como bestias. Igualdad hasta en la vestimenta de prisioneros en su propio país.
Y no es una república la que va entregar Obrador, ya que es una monarquía sin aristocracia; parecida a Corea, donde los hijos y los nietos pueden sin tapujos, aspirar a manejar el látigo para más de un centenar de millones de mexicas, que son felices esperando que Andy o cualquiera de sus hermanos se coronen del poder después de la regencia de Sheinbaum.
Una república lo menos que tiene es división de poderes, eso en México sencillamente no existe, y pronto ni en papel existirá.
Y no es representativa la dicha república porque los que no son originados en la tómbola son apadrinados por los criminales de cada región, mediante la consigna multiplicada a lo largo y ancho del país bajo la fórmula inequívoca de reproducir el crimen hasta en el pueblo más infame: “la condición es que pague la elección grande tu padrino y la tuya, y si tu protector es malandro, no te preocupes te va a servir#.
Estos conceptos fundacionales del país puestos en la Constitución son los que muestran que en la práctica ya no perfilan la realidad política de México, sencillamente se evaporaron bajo la desidia de los pobladores, que no ciudadanos; y la persistencia destructora del caudillo, que siempre opta por desmantelar sin tener proyecto sustitutivo.
La desestructuración del país es un hecho no una fantasía… y ni modo que Trump o Kamala nos devuelvan el país perdido, porque queda demostrado que sea como haya sido, el embajador Salazar después incluso de lo sucedido la semana pasada con el asunto del crimen organizado, por algo felicitó a Obrador y a su gobierno. Tal parece que los ciudadanos somos los últimos en saber los verdaderos arreglos en todo.
