Rodolfo Higareda Coen.
No se pueden tomar unas semanitas de merecidas vacaciones porque a la vuelta resulta que la “bala de Dios” salva por los pelos la estabilidad social de los Estados Unidos, el otro viejito se baja de la contienda, los Juegos Olímpicos se convierten en una plataforma para las posiciones políticas más aberrantes y lejanas a su espíritu original, el Mayo Zambada es capturado por los gringos y el gorila venezolano se roba de nueva cuenta las elecciones. Y es que el mundo no descansa; supongo es exactamente lo mismo que cuando uno muere: te lloran, te entierran y el sol vuelve a salir al día siguiente. Pero como no soy un escritor de coyunturas inmediatas, tendré que ir analizado estos hechos poco a poco.
México se convierte, como de costumbre, en la piñata obligada; y tanto la migración ilegal como el fentanilo decidirán los resultados en noviembre, incluso con mayor impacto que la guerra justa de Israel contra los terroristas palestinos o la mismísima Ucrania. Veo con preocupación que el aparato político y económico en Washington finalmente se hartó de los desplantes de Palacio y sus asociaciones oscuras, habiendo decidido propinarle un golpe seco y humillante al gobierno mexicano; al tiempo que evidenciaron la enorme desconfianza que le tiene. Aunque no estoy del todo cierto que a “Kabala” (así le dijo irrespetuosamente López a la vicepresidenta norteamericana en su visita a nuestro país) le vaya a alcanzar para vencer al multimillonario orate. Pero eso sí, cualquiera de los dos que llegue a la Casa Blanca le hará la vida muy difícil a nuestra vice.
No contentos, los castrochavistas aquí y allá gustan de huir hacia adelante; y ahora boicotean en la OEA los esfuerzo diplomáticos para limpiar la elección en Venezuela. Lo que probablemente pase por sus mentes enfermizas es la repetición de la estrategia de chantaje, organizando caravanas masivas de migrantes en apoyo a la campaña de Trump, como última carta desesperada. Una jugada muy arriesgada que de concretarse, tendría consecuencias muy severas para nuestro grupo gobernante. Sobre todo porque los imperios no perdonan. Se pueden tardar algunos años en hacerse justicia por mano propia, pero las afrentas no las olvidan; y si no pregúntele a los de Al Qaeda o a los que asesinaron al Kiki Camarena.
En cualquier caso, es de llamar mucho la atención la postura del presidente mexicano quien, lejos de sus usuales bravuconadas, ha llamado prudentemente a la revisión de las actas de escrutinio; algo así como su famoso “voto por voto, casilla por casilla”. Quiero suponer que la presión de Washington va cada día en aumento, más aún con lo que pudieran cantar los narcos bajo su custodia. El miedo no anda en burro, y me parece que le han pedido que junto con sus compas de Brasil y Colombia presionen a su amigote bananero. Esa sería una salida decorosa, porque la otra (que veo muy arriesgada) es que los Navy Seals cobren la recompensa que se ofrece por capturarlo vivo o muerto.
En fin, que ya entrados en gastos y como en las olimpiadas, Maduro pudiera alegar que se identifica como perro o pajarito, para lo cual la justicia internacional no le aplicaría.