La caída del narcoestado

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

“cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos y soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina” Mateo 7 vers. 26-27

A la memoria de Héctor Moctezuma de León, mi amigo y periodista valiente siempre.

 

No hay prácticamente ningún país mas o menos serio en el que su gobierno no reclame el monopolio legal del uso del poder. Abdicar al ejercicio de la acción contra el crimen es automáticamente negar en esencia la función de gobierno, de manera que los gobiernos de países en verdad democráticos, los que son o han sido comunistas y otras formas incluso, primitivas jamás han declarado que no van a usar los medios que la ley proporciona para combatir la ilegalidad. Sería su tumba como autoridad y es tanto como decir que lo que hay es un mar sin agua, o un corazón que late sin sangre.

Por eso desde el momento que el sujeto que se fue a vivir al Palacio Nacional, declaró que él decidía por los abrazos y no los balazos para tratar con el crimen, desde ese instante con esa vulgar descripción de un problema toral y complejo sepultó su propia autoridad en materia de justicia y de seguridad, los temas que son los únicos indispensables para poder exigir el cobro de impuestos a los contribuyentes…

¿Porqué?

Por la sencilla razón que el estado de derecho se finca en la observancia de las leyes, de tal manera que al jurar la Constitución de la República, el que se ostenta como presidente está obligado a regirse y hacer que los mexicanos se rijan por esta Carta de identidad, organización y compromiso irrestricto con las normas de convivencia, que otorgan seguridad a la vida y bienes de los ciudadanos de modo prioritario e ineludible, por encima de otras responsabilidades, siendo ésta no solo la de mayor peso, sino la que fundamenta la necesidad y existencia de un estado.

Cuando el jefe de estado abiertamente se niega a obedecer las leyes y sobre todo el mandato constitucional de combatir el crimen, de facto ya no existe representación del estado. Ya perdió materia, de legitimidad el propio estado, su materia, repito, es el monopolio del uso de la fuerza legítima, la que otorga la Constitución, ni más ni menos. No lo digo yo, sino todos los tratadistas de todas las tendencias, desde Max Weber hasta León Trotski.

Otro ignorante, pero sin la maldad de éste, Vicente Fox, ya había declarado que el no estaba a favor de la violencia, dijo, ni la legítima; obviamente fue una puntada, todo mundo sabía del ranchero sus enormes lagunas intelectuales y no tuvieron relevancia sus palabras; él creía que ser presidente era hacer el papel de figura decorativa, de queda bien, con todos; la diferencia con quien todavía se dice presidente, es que su afán de quedar bien es con el crimen organizado punto. Es un antipresidente que independientemente de sus argumentos que salen sobrando, se ha negado durante todo el período a cumplir con el mandato no opcional, de usar las leyes para castigar a la delincuencia.

Esa declarativa que infiere un territorio sin restricciones legales, libre para la comisión de delitos no es una anécdota sino como se ha demostrado ha sido una política del seudo gobierno por apuntalar y abrazar a los transgresores de la ley. Consecuentemente si el crimen organizado en México está liderado por el negocio del narcotráfico en automático, el espectro político que se configura, es el de narco estado, esa es la figura que encuadra el caso de México en ausencia específica y manifiesta en abierto a toda la sociedad, no hay quien los enfrente.

México en términos jurídicos, técnicamente deja de ser soberano para combatir el mal; quien encabeza dio permiso a la impunidad, y al negar su responsabilidad en esa tarea el riesgo consecuente es tal que cualquiera puede abrogarse ese derecho. Ojo mis queridos leguleyos que no vieron la trascendencia de una errónea política que destaza la autoridad moral y obligatoria en el territorio nacional. La torpeza deviene de modo pernicioso que deja sin sustento positivo y material la vida institucional de un país, porque todas absolutamente todas las instituciones derivadas de la Constitución se fundamentan en claridad del ejercicio del derecho y en su aplicación necesaria bajo el imperio de la ley, si no sería letra muerta …. O ¿no?

¿Entonces porqué se llaman a sorprendidos que Juana de los palotes o Estados Unidos, quien sea, ante la ausencia de autoridad como ha sido, decida o no castigar a los que les afectan?

Porque como hay vigente y reiterada la declaratoria de vacío de poder desde el inicio de este gobierno impostor, al término del mismo, el desgarriate es enorme porque incluso los órganos de la seguridad nacional y de la seguridad pública atendiendo la política central han andado metidos en toda suerte de encargos ajenos, menos en lo que la Constitución dice que deben hacer; y como resultante, el orden se acepte públicamente o no, estaba concesionado en la realidad a los jefes de la criminalidad, como todo mundo sabe.

Por supuesto que el vacío que deja un personaje como Zambada es enorme, y se quedó México sin cabeza real en materia política.

Así que la población entienda o no, o los seudo opositores quienes tampoco se atrevieron a cimentar este problema de legitimidad del estado como problema número uno y de fondo, porque todos están de una manera u otra, metidos en el ajo, no solo los del seudo gobierno y las mayorías de las cámaras; el caso es que todos así mismo, cargaran las graves consecuencias de su corrupción o cobardía que para el caso es lo mismo.

La dinámica desde el enfoque que se mire no trae buenas noticias para nadie. El problema es que les dejamos a nuestros hijos una bronca institucional gigante. Ojalá me equivoque.

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