Francisco Garfias.
Freddy –así lo vamos a llamar– es de Venezuela. Del estado de Trujillo para ser precisos. Tiene 28 años. Nos cuenta que sirvió a la Guardia Presidencial de ese país, antes de autoexiliarse.
Es uno de los pocos venezolanos que ayer al mediodía estaban frente a su embajada en la CDMX, en Polanco, cerrada y vigilada por patrullas de la policía capitalina.
Freddy no iba a protestar, sino a solicitar un salvoconducto para regresar a su país. Por eso mantiene su nombre en el anonimato. Quiere ir Venezuela para ver a su familia, a la que extraña mucho, y después emigrar a Colombia, donde tiene amigos que le pueden ayudar.
Su vida ha sido un ir y venir desde que salió de la Guardia Presidencial y decidió autoexiliarse.
Ya estuvo en Estados Unidos, pero no pudo quedarse. Un juez de allá consideró que que no tenía suficientes razones que justificaran su asilo y lo deportaron a México.
Parco cuando nos acerecamos, poco a poco se fue soltando.
–¿Sobre qué quiere hablar? Nos preguntó Freddy.
–Sobre lo que ocurre en su país. Las elecciones, por ejemplo—le dijimos.
–De que es una fraude es un fraude la elección (de Maduro.) Hay cinco candidatos en la carta (boleta electoral). Si van 15 personas a votar por usted, de esas quince a usted le van quedando cinco. Los otros diez se los dan a Nicolás—comentó.
“Se lo digo –agregó– porque yo ya fui de guardia de honor presidencial y sé como se opera toda esa maquinaria del CNE (Consejo Nacional Electoral).
“Antes de las elecciones Maduro dijo que si no podía con los votos, podía con las armas. ¿Qué es lo que hacen? Secuestrarle la familia a la tipa del CNE (Consejo Nacional Electoral) y decir que ganó, sabiendo que no es cierto.
“Ese man (Nicolás Maduro) está enfermo. Tiene cáncer de próstata. Dicen que está flaco como un palillo. Yo no le deseo la muerte a nadie, pero en este caso Diosito debe mandar a buscarlo rápido”, señala.
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A su lado escucha atentamente Billy Pineda. Tiene apenas 18 años. Los cumplió en México. Es bajito, de voz grave. Lleva una gorra azul en la cabeza. Interviene en la plática. “Sí ganamos, y nos robaron los votos”, afirma tajante.
Él fue a protestar, a decirle a quien quisiera escucharlo:
“Queremos a Venezuela libre porque, en pocas palabras, somos esclavos de un régimen, de una tiranía. Si salimos a la calle a protestar porque no tenemos luz, no tenemos comida, sacan la policía y nos echan plomo”.
En medio de la charla toma su celular. Busca un video. Lo abre y lo muestra. Son imágenes de una multitud antimaduro que corre en Caracas ante los embates de la fuerzas de seguridad. Hay mucho humo, se escuchan explosiones y el grito “¡Va a caer, va a caer, este gobierno va a caer!”.
Apunta con el índice hacia la pantalla y dice: “Esta es la oposición. Le ganó a Maduro que quiere seguir en el gobierno. Mandó a los militares en contra de los civiles.”
Testimonios de dos jóvenes, uno casi adolescente, sobre lo que ocurre en un país que lleva 25 años de esa autocracia llamada chavismo, y que está amenazado con otros seis, por lo menos, de más de lo mismo.
El CNE, controlado por el régimen, oficializó el triunfo de Maduro sobre el abanerado opositor Edmundo González con el 51 por ciento de los votos contra el 44 por ciento. La oposición, vía la líder opositora Corina Machado, asegura que González ganó al chavista y que, como prueba, cuenta con el 73.20 por ciento de las actas.
Nueve países latinoamericanos –Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y República Dominicana— hicieron ayer una declaración conjunta en la que exigen una revisión completa de los resultados y que se convoque a reunión urgente de la OEA.
Maduro decidió retirar su personal diplomático en siete de esos paises.
Lula, Brasil; Boric, Chile; Petro, Colombia, identificados con la izquierda, han hecho patentes, de una u otra forma, sus dudas sobre el resultado de las elecciones.
México ha sido la excepción. AMLO dijo que reconocerá el triunfo de Maduro si el CNE confirma “las tendencias.” Ya las confirmó. A ver qué dice en la mañanera.
El senador del PAN, Damián Zepeda, puso el dedo donde duele. “Venezuela es hoy ejemplo del peligro de NO tener autoridades electorales independientes”, escribió en su cuenta de X.
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A López Obrador no le va a gustar la postura del rector de la UNAM, Leonardo Lomelí, fijada en la inauguración de los foros “Reforma Constitucional en Materia de Justicia”.
Dijo que la independencia y división de poderes son garantía para que las decisiones de las y los jueces se basen en el derecho y la jurisprudencia y no en presiones externas o intereses de grupos.
Consideró indispensable asegurar que las y los funcionarios judiciales cuenten con los saberes, habilidades y herramientas necesarias para ejercer su labor con autonomía, ética y profesionalismo.
¡Tengan para que aprendan!
FIN.
