El fraude de Maduro: una advertencia descomunal

Por. Rubén Cortés

El silencio del gobierno mexicano ante el fraude electoral del dictador Nicolás Maduro en Venezuela, es una defensa atroz del grupo político que nos gobierna desde 2018, a una manera de gobernar que cambia la ley para ajustarla a su modelo de corrupción e impunidad, y no entregar el poder nunca.

Nadie ayer en Venezuela pudo enseñar ninguna acta que mostrase a Maduro ganando en algún centro de votación. Pero, al igual que en 2013 y 2018 se robó la elección, porque en Venezuela el gobierno capturó, desde hace más de una década el órgano electoral, el Poder Judicial y los organismos autónomos.

El chavismo gana con fraudes todos los comicios desde que capturó el órgano electoral, el Poder Judicial y los organismos autónomos: sí, todo lo que recibirá capturado Sheinbaum aquí tan pronto como en octubre. Además, el chavismo hizo quebrar o compró todo los medios escritos y electrónicos.

Pues no debe sorprender que el actual gobierno mexicano (que es el primer piso del que Sheinbaum dice que es el segundo piso) no se uniese al llamado de casi todos los países latinoamericanos para que el sátrapa Maduro aceptara los resultados de las urnas.

Es un régimen político (ante cuyas atrocidades calla el gobierno de México) que no puede aceptar la derrota, porque sus lideres convierten sus vidas personales y familiares en un círculo vicioso aferrado al poder, el cual no pueden entregar, porque su destino es la rendición de cuentas ante la ley: y la cárcel perpetua.

Desde el triunfo electoral de Hugo Chávez en 1998 (gracias a la legalidad del sistema democrático imperante en Venezuela entonces) el régimen chavista jamás entregó el poder, el cual estableció con base en programas sociales a cambio del voto, y el apoyo del Ejército y unos cuantos multimillonarios coludidos.

El chavismo fincó su dictadura en una pequeña, cerrada y corrupta boliburguesía (por el Bolívar, la moneda venezolana) y una oficialidad militar, convertida en la principal empresa del estado y enriquecida aún más por sus vínculos con capos de la droga de Colombia y productores de coca de Bolivia.

Es un mandato de gobierno civil-militar autocrático, corrupto y delincuencial que gestiona un régimen sin derechos económicos, sin seguridad jurídica ni transparencia, con la sociedad civil impedida de participar en política y con pago de programas sociales, pero cuando tiene recursos para pagarlos.

Sí, sólo si tiene recursos, que desde 2013 son cada vez más escasos, porque el modelo chavista provocó desde hace una década el colapso del Estado y la quiebra económica: Venezuela tiene en 2024 el mismo Producto Interno Bruto de 1964: el chavismo le trajo 60 años de atraso.

Y México es cómplice de este régimen de basura.

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