Rubén Cortés.
Tras una década haciendo politiquería con el caso de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, el presidente llegó a la misma “verdad histórica” por la que, sin embargo, a Murillo Karam: fueron secuestrados por la policía de Abarca y desaparecidos por Guerreros Unidos.
Pero sigue en la politiquería, y promete a los padres: “espero antes del 1 de septiembre encontrar a sus hijos”. Hacer campaña política está en su ADN, y seguirá haciéndola en su supuesto retiro. Por eso insiste en que, en salud, pronto seremos Dinamarca.
La Jornada dedicó la portada y tres planas a trascribir otro informe personal del presidente sobre el crimen de Ayotzinapa, y su conclusión es la misma a la que llegaron enseguida Murillo Karam y Tomás Zerón: pero al primero lo metió preso y al otro lo tiene huyendo.
En resumen, el presidente dice lo mismo que Peña: los responsables de la desaparición de los estudiantes fueron policías de Iguala, quienes los detuvieron y entregaron a los sicarios de Guerreros Unidos, los que procedieron a matarlos y deshacerse de sus cuerpos.
Lo curioso es que el gobierno del expresidente Peña encarceló al entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, quien quedará libre antes de que finalice esta administración, pues le han concedido un amparo. Pero Tomás Zerón, siguen huyendo en Israel.La verdad es que siempre fue abusiva la promesa a los padres, de que sus hijos regresarían vivos a casa. La única verdad es que fueron secuestrados, asesinados, incinerados y arrojados al río San Juan, por Guerreros Unidos, al señalarlos como miembros de Los Rojos.
Lo único diferente en el reciente “informe personal” del presidente es su firme alegato en defensa del Ejército, al que, sin embargo, antes de ser presidente involucró en el crimen. Ahora, en cambio, dice que hay una trama de desprestigio contra los militares.
Pero, durante la campaña presidencial de 2018, Antonio Tizapa, papá de uno de los 43, le reclamó sus relaciones políticas con Abarca, le respondió: “Tu reclamo debe ser a las Fuerzas Armadas, a quienes intervinieron en ese crimen”.
Ahora, en cambio, el presidente dice que involucrar al Ejército fue parte de una estrategia de desprestigio internacional desplegada por la DEA y OEA. Caray, pues fue estrategia de la DEA y la OEA, en campaña no tuvo objeción en apoyarla con todas sus fuerzas.
Total, ya que se va, supuestamente para pasarla en su rancho espantándose los moscos, el presidente podría haber hecho un honesto ejercicio de autocrítica, por impulsar durante su campaña presidencial la narrativa que ahora condena sobre el Caso Ayotzinapa.
Al contrario: dice que todavía espera “encontrar a los jóvenes”.
Sigue en campaña. Sólo cambiará la sede.
Ahora estará en Palenque.