Ellos son los fachos

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Desde su falsa superioridad moral, integrantes y defensores de la mal llamada Cuarta Transformación, se la han pasado seis años descalificando cualquier asomo de crítica y disidencia que ponga en duda no sólo la doctrina obradorista sino las francas y descaradas mentiras que la acompañan.

Ganaron el poder y ahora buscan mantenerlo aún a costa de la propia democracia que los llevó a él. Ensalzan a un líder que dilapidó recursos públicos para comprar los votos que legitiman su farsa. Justifican todo con tal de conservar su aura supuestamente progresista pero profundamente regresiva.

No importa lo que haga su amado líder, porque él nunca se equivoca aunque haya de por medio desgracias qué lamentar ni a pesar de absurdas promesas incumplidas y francas ocurrencias impropias de un país como el que quisiéramos. Bienvenidas supersticiones, detentes, otros datos, burlas, descalificaciones o hasta persecuciones y vengazas si todo ello proviene de Palacio Nacional y pronto de Palenque.

Aceptar a Manuel Bartlett porque fue redimido, pero celebrar el encarcelamiento de Rosario Robles porque no se sometió a los designios obradoristas. Replicar a los influencers lambiscones y apoyar la persecución implacable a Loret, porque la abyección se aprecia y la crítica se criminaliza. Avasallar opinadores críticos que hace muy poco eran “honrosas excepciones”.

En la comunicación oficial, las primeras maromas de que “el PRI robaba más” o “la culpa es de Calderón” han evolucionado a sofisticadas líneas argumentativas que establecen incluso que el presidente de la República miente por el bien de la Nación, o que sus embustes no son falacias sino “creencias falsas”.

El trabajo lo hacen intelectuales cooptados con hijos en la nómina gubernamental, caricaturistas que no se burlan del poder sino que lo pontifican, y analistas que conceden el beneficio de la duda a pesar del fracaso manifiesto. Tropiezan con la misma piedra, que hoy lleva el cabello recogido con cola de caballo.

Si los normalizadores del régimen tuvieron en la pandemia el primer gran pretexto ante la ineptitud y la indolencia de la 4T, tienen ahora un inmenso margen de maniobra que dan millones de votos, aunque éstos se hayan conseguido con el uso ilegal de recursos públicos y con el apoyo del crimen organizado. El éxito fácil de coaccionar la voluntad popular con dinero -o la metralleta- en la mesa.

Total, ya ganaron. Ahora, toca ayudar a que el Poder Judicial no se interponga a la transformación, como no lo harán los medios de comunicación antipatriotas a quienes proponen regular para que se plieguen al oficialismo. Y si no, queda el recurso de la persecución fiscal, financiera o penal. México y su pueblo son libres, pregonan, pero no les gusta la libertad a la que tienen pleno derecho más de la mitad de los mexicanos.

El proyecto de Nación debe prevalecer a toda costa, y su líder mantenerse incólume e infalible en el Olimpo chiapaneco. Por encima de la democracia, de las instituciones, de los equilibrios y de las libertades.

A quienes disentimos de todo ello nos dicen fachos, pero los fachos son ellos.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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