Rubén Cortés.

El nuevo gobierno empieza a hablar de fortalecer el comercio con China, cuando lo que debe hacer con China es plantarle cara para combatir su piratería, su contrabando, su mercancía ilegal y su envío de precursores para producir fentanilo aquí.

La mejor oportunidad de negocios para el próximo cuarto de siglo está en nuestra frontera norte: Estados Unidos es el único país que crecerá demográficamente en ese tiempo, y necesitará ser abastecido al triple de lo que necesita actualmente.

Y tiene todo el dinero del mundo para pagar.

Además, el comercio con China es inmoral, porque China exporta mercancía producida en campos de trabajo forzado adonde la dictadura tiene a miembros de Falun Gong, católicos, disidentes y vagabundos para que trabajen como esclavos.

La estrategia del actual gobierno fue rechazar a los inversionistas con origen en países democráticos y priorizar a los chinos, con origen en un país de dictadura comunista, lo cual viola además el TLC, que da a México un millón y medio de dólares por minuto.

El capítulo 32, artículo 32.10, del tratado, prohíbe acuerdos comerciales con economías que no sean de mercado. Es el carril titulado Non-Market Country y se refiere a China, sin género de dudas. Pero en el nuevo gobierno también están obsesionados con China.

En el primer piso de la 4T, México se convirtió en el mayor receptor de inversión china en América Latina. El presidente le dio a la China Communications Construction un contrato de 13 mil 400 millones de pesos en el Tren Maya.

Incluso, siendo jefa de Gobierno de la CDMX, la ganadora de las elecciones presidenciales del 2 de junio, dio a la empresa china CRRC Zhuzhou Locomotive la reparación la Línea 1 del Metro, por mil 850 millones de dólares.

Se trata sobre todo un asunto ideológico, pues la relación estratégica empresarial con China estuvo a cargo de un ideólogo de Morena (el, hace poco, fallecido Enrique Dussel) como director del Centro de Estudios China-México.

De todos modos, es un juego peligroso el acercamiento con China, mientras se es vecino y aliado comercial del principal adversario ideológico y comercial de China. Es un error que cometió Enrique Peña y con ello descarriló su gobierno.

Peña estaba en la cúspide mundial del Mexican Moment, cuando Peña dio a  la construcción de un tren bala de la CDMX a Querétaro, con valor de tres mil 750 millones de dólares. Pero tuvo que cancelarlo y, a partir de ahí, se fue abajo su administración.

Tiene poco sentido comerciar con China teniendo a Estados Unidos en la frontera. Y no solamente porque daña las privilegiadas relaciones con el vecino: sus productos tienen mala calidad y generalmente son falsificaciones, violatorias de tratados internacionales.

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