Carlos Arturo Baños Lemoine.
Así es, se trata de una aporía: a través del “voto libre y secreto” del pasado domingo 02 de junio, la mayoría de los mexicanos votantes optó por la consolidación de la dictadura populista-militarista de la Cuarta “Transtornación” Mental. ¿Resulta esto comprensible? ¿La libertad puede decidir su propia aniquilación? Pues esto es justo lo que acaba de suceder en México, por increíble que parezca.
Ganó Claudia Sheinbaum, la sucesora del Tirano de Macuspana, y lo hizo con un amplio margen: dos a uno con respecto al segundo lugar, la mediocre oportunista Xóchitl Gálvez. Lo peor: el electorado le puso en bandeja de plata al Congreso de la Unión, para que pueda modificar la Constitución a su antojo y hacer de este país lo que se le hinche su regalada y dictatorial gana. Ese electorado perdió toda noción de contrapesos democráticos. El electorado puso en manos de Sheinbaum todo el poder gubernamental de México.
Democráticamente, los mexicanos decidieron consolidar la dictadura, como cuando los alemanes apoyaron a los nazis encabezados por Adolfo Hitler, sobre todo después de la Ley Habilitante de 1933.
Y no nos engañemos, por favor, como lo han estado haciendo los opositores derrotados (PAN-PRI-PRD y MC) y los “sesudos analistas” del autoengaño. Nadie ha querido poner el dedo en la llaga: nadie ha querido decir, tajantemente, que detrás del voto masivo a favor de Claudia Sheinbaum está una gruesa parte de la población mexicana que votó a favor de su propia mezquindad, de su propia ruindad, de su propia mediocridad y de su propia vileza.
Los 36 millones de votantes que hicieron ganar a Sheinbaum le apostaron no a un proyecto de gobierno, fracasado por donde se le vea, sino por su inmediata “seguridad económica” basada en el dispendioso, aberrante y clientelar sistema de entrega de limosnas por parte de la dictadura populista-militarista de la 4T.
La pasada jornada electoral del 02 de junio nos demostró, una vez más, de qué están hechos millones de mexicanos: individuos resentidos y enojados con la vida que buscan vivir como parásitos a costa de la familia, de las asociaciones filantrópicas o del Estado.
La Cuarta “Transtornación” Mental supo leer, a la perfección, la esencia de millones de mexicanos, desde al menos el proceso de Conquista hasta hoy. La 4T supo sumar, a su favor, a todos los Pedro Páramo de nuestros días, esos “rencores vivos” que a diario se levantan a reciclar su frustración vital y a intentar vivir a costa de otros, sin ningún sentido de ética ni de responsabilidad.
López Obrador se ufanó del voto clientelar que favoreció a su sucesora y tapadera Claudia Sheinbaum. Adujo que este voto masivo se debió a un pueblo “muy politizado”, cuando la verdad es que, cual perros pavlovianos, quienes votaron por la 4T sólo buscan mantener o elevar su ración diaria de croquetas, también llamadas “programas sociales”.
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