La 4T y los mercados

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Durante 6 años, Andrés Manuel López Obrador engañó a muchos con el cuento de las finanzas públicas sanas. Porque si bien la diferencia entre gasto e ingreso públicos fue razonable durante los primeros 4 años, ello no se debía a una buena gestión sino a recortar indiscriminadamente programas gubernamentales -muchos indispensables cuya merma o desaparición generó tragedias humanas y muertes- para poder contar con recursos y así fondear programas sociales y obras faraónicas e inservibles.

Pero el destino lo alcanzó en el último año de su gobierno y, agotados los dineros del austericidio y dilapidados los fondos públicos de reserva que le dejaron, simplemente se endeudó. Sí, como en la vieja escuela setentera de Echeverría y López Portillo.

Quizá a los mercados financieros no les importó la forma sino el fondo, porque mientras el déficit público se mantuviera en niveles razonables -aunque fuera a un costo social algo- aparentemente no había nada qué corregir. Sin embargo, la preocupación se hizo manifiesta cuando en 2024 se proyectó un déficit de casi 6 por ciento del PIB, el triple de cómo lo recibió en 2018.

Y por si eso fuera poco, vino el tsunami electoral guinda que no solo dio el triunfo contundente de Claudia Sheinbaum -lo que ya estaba descontado por analistas e inversionistas- sino una amplia mayoría legislativa que revivió el temor de que la mal llamada Cuarta Transformación acabara por destruir instituciones y contrapesos fundamentales para que México sea no solo viable en su vida democrática, sino un destino seguro de inversión.

Fue así como el segundo piso de la 4T naufragó en sus primeros cinco días de vigencia: el peso mexicano se desplomó, la bolsa de valores cayó marcadamente y se acentuó una salida de capitales que ya había advertido los riesgos de que nuestro país se dirigiera al callejón sin salida del autoritarismo, del estatismo y de modelos más cercanos a Venezuela y Nicaragua que a Uruguay o Chile.

¿Pero saben qué es lo peor? Que esta pesadilla va de mal en peor, porque dizque para tranquilizar a los mercados y supuestamente mandar un mensaje de calma se anunció la ratificación del Secretario de Hacienda y Crédito Público, que por lo menos es cómplice de la situación en la que nos encontramos: crisis fiscal, déficit alto y deuda en aumento.

Gatopardismo sin cambiar de felino. Pero al final gatopardismo, porque todo sigue igual, mientras Claudia Sheinbaum quiera que así sea y mientras López Obrador siga haciendo manifiesto lo que ya sabíamos: que él manda y que quiere seguir mandando.

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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