¡Y que se arma…!

Carlos J. Pérez García

Carlos J. Pérez García.

Las cosas suceden. Y tenemos que seguir muy atentos.

Está claro que Xóchitl Gálvez perdió la elección presidencial. Pero no que Claudia Sheinbaum haya podido arrasar con más fuerza que su jefe en el 2018, cuando cristalizó un fenómeno histórico de 30 millones de votos o 53% del total: ahora estas cifras llegarían a 36 millones o 60%, lo que se ve excesivo ante el cuestionable sexenio del aún popular mandatario y el poco atrayente perfil de su sucesora que se comprobaba en sus actos y desplazamientos.

Al parecer el presidente ya tenía “cierta idea” del resultado e incluso lo anunció con precisión antes de la fecha. Se confirmó puntualmente, aunque quizá se le pasó la mano en una defraudación genial e inequitativa que ya venía a lo largo del sexenio y se consolidó en la elección, aún sin revisarse los algoritmos que reubican votos.

Del otro lado abundó la ingenuidad y, tal como lo advertimos, las elecciones no se ganan con “corazón” ni con grandes concentraciones. Para muchos opositores era imposible votar por Morena, pero tampoco les resultaba fácil hacerlo por el PRD o el PAN, y aún menos por el PRI de Alito.

En lo personal, acerté en ciertos puntos y, con ilusión dentro de una democracia imperfecta, me equivoqué en el conjunto. El primero de junio escribí en este espacio: “no es fácil vencer inercias que llevan años trabajándolas” (intervención presidencial, propaganda y repartos de dinero…). ¡Y resultó imposible!

Añadí que tampoco era “nada fácil reproducir en las urnas el entusiasmo de tantos que han colmado los eventos de campaña y las marchas ciudadanas”. Algunos vimos racionalidad de más con la posibilidad de informar a la gente para contrarrestar las artimañas del poder.

A partir de la apabullante victoria se percibe el regreso del partido hegemónico del siglo XX, pero ahora sería sin el talento constructivo y estabilizador de aquel histórico PNR-PRM-PRI. Igual, preocupa que los retrocesos alcancen a la división de poderes con la erosión del Judicial y, en general, a los necesarios contrapesos (lo cual se ve como viajar en un coche sin frenos). Ahora AMLO dice que (su) justicia “está por encima de los mercados…” y avanza la fuga de capitales.

En cuanto a la revalidación del Imperio de la Impunidad (‘si queda mi heredera, no tendré que rendir cuentas’) me parece descabellado que se pueda aceptar o normalizar entre la población. Muchos corruptos podrían librarla, aparte de que se ha suscitado una creciente desconfianza internacional ante la perspectiva económica, la aversión a equilibrios institucionales y el empoderamiento del crimen organizado, tanto en el sexenio que concluye como en la “eficaz” campaña oficial.

Si vemos otros resultados de gobernadores, alcaldías, diputados, senadores o municipios… fue una amplia madriza. Todavía tenemos una democracia y, sean o no manipulaciones de grandes

cantidades de pobres, la mayoría optó por algo que a final de cuentas los perjudica. Eso sí, el conformismo ha traído complicidades y casos de auténtica tristeza. Pero, ojo, nada debe implicar desaliento… Sigue la resistencia ciudadana.

Las impugnaciones no buscan anular la elección o cambiar los resultados, sólo que no se repita una descomunal intromisión ilegal de un presidente. A su vez, si todo se complica, podría caerse en aquello de mi columna del 20 de abril: “la grave descomposición sugiere que no es fácil descartar que en otoño el poder no sea asumido ni por Xóchitl ni por Claudia…”.

Al tomar posesión, no pocos podremos apoyar a nuestro país y a su presidenta, aunque la llamen “espuria”. Hay quienes ya le buscan virtudes y prevén giros que la alejen de los extravíos obradoristas. Mal o bien, ella ganó y con su mandato recibe una enorme bomba de tiempo: su desafío supera el de su antecesor y tendría que ser mucho mejor que él.

En fin, el día anterior apunté aquí: “Si votamos y defendemos el voto, no será esta nuestra última elección libre”. Sin embargo, como se ven las cosas, esa última elección podría haber sido la de 2018.

A México, nuestro gran país, no le puede ir tan mal. Aunque a corto plazo mucho va a empeorar, luego habrá de mejorar en forma gradual. [email protected]

@cpgeneral

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