Lo que iba a pasar, pasó

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

Las penurias de los pueblos rebeldes no paran y las decisiones que pudieran atenuarlas, con el tiempo… se angostan de mal en peor, porque en la medida que prevalece la insidia; prohijada por las cúpulas que predeterminan la suerte de la gente habituada a mal entender su papel y a seguir en la senda de la tradición, hacen que las cosas se agraven; eso sucede bien narrado por Thomas de Quincey en su opúsculo “La Rebelión de los Tártaros”. Relato que expresa sucesos históricos que no se circunscriben a lo sucedido en el Asia a finales del siglo XVIII, sino muy frecuente en países aferrados a que no exista otra alternativa; sino seguir siendo la carne de cañón histórica antes de caer en las imprecaciones de sus líderes.

Y lo sucedido el domingo es muestra fehaciente que desde 2018 se erigió una torre de Babel caracterizada por el síndrome generalizado de la confusión, coincidente en tres factores: gente necesitada colonizada internamente, el arma de la destrucción institucional para aislar a la masa de referentes rectores y una salida hacia el precipicio del estatismo como única salvación de las almas perdidas.

Éste último elemento indoctrinario anclado desde la niñez de los pobladores, es compartido por los autodenominados opositores, y le dota al estado, aún tan ineficaz como el mexicano, derechos imparables al extremo de incidir en la vida privada, la educación de los hijos y hasta el sexo, donde se han metido derrumbando la intimidad de las personas y pretendiendo imponer antivalores como si fueran ciertos, aberraciones que castigan la vida, las libertades y ponderan en su lugar el libertinaje y la incompetencia como sustento de la ignorancia social.

Entonces el votante al llegar a la urna no ve diferencias entre unos y otros, y lo que le resalta son los negativos donde se acumulan más. Y como la mercadotecnia política ya sustituyó a las ideas políticas se oye mucho ruido y no se puede ver más allá, sino desprestigios.

El lunes Santiago Creel el coordinador de la campaña de la señora Gálvez, muy emocionado, hasta contagió aparentemente a Mario Delgado el presidente de Morena, dijo que la política era buscar el bienestar de la gente, lo mismo que dice Obrador. E hizo un llamado a unirse sin ideologías -o sea vengan todos no se necesita pensar, ni se necesitan preferencias, vamos juntos. ¿A la indefinición o adónde?

Y eso que fue Secretario de Gobernación, no pudo definir que la política es la herramienta por medio del diálogo para evitar la violencia, pero con la fuerza del estado para poner orden en la sociedad. Sencillamente ningún candidato dijo o entiende que el gobierno que muchos buscaban encabezar, era castigar a los transgresores como signo distintivo del ejercicio del poder del Estado.

La señora Gálvez lo declaró, pero no tiene antecedentes de que lo haya hecho, eso de combatir a los malos. Ni tampoco se le vio gente cercana, seria, con capacidades de poner en marcha un plan completo de seguridad.

Todo, todos, lo enfocaron al bienestar como comodidad: acceso a la vida gratuita, servicios de salud, de educación, de lo que sea, regalando dinero o tarjetas de dinero; abaratando la vida de esfuerzo y motivando la conveniencia personal, al fin, que la mecánica es diferir los costos de los errores: “el de atrás paga”. Ese fue el discurso, si es que se le pueda llamar discurso a ofertar irrealidades como si fueran baratijas.

Se lanzaron acusaciones dignas de broncas de vecindades, reproduciendo programas televisivos insulsos en la mente de los votantes. El resultado fue lógico, no solo aventaron improperios los opositores, que finalmente promueven lo mismo, pero más lento; sino los dirigentes partidistas ofreciendo renunciar para que, por ejemplo, Máynez les cedieran los votos del MC a cambio de nada, pero como si eso fuera algo posible; engaño tras engaño. Lo único que hicieron fue desalentar el voto de los jóvenes para que se arrimaran a la corriente que optó por abstenerse. Porque si el padrón era de 99 millones y solo votaron la tercera parte por Claudia Sheibaum; bien pudieron concentrar sus prioridades en esas dos terceras partes y triunfar, pero no convencieron. Y pesaron más los errores y la malísima fama del PRI y del PAN en la mente de las personas.

El margen de maniobra es prácticamente inexistente si nos atenemos a los resultados del PREP 2024. Solo se espera que Sheibaum gobierne realmente y de manera independiente de Obrador. Algo más difícil porque está rodeada de figuras malignas de su propio partido y tiene muy poco de la oposición para que le apoye en este fenomenal reto.

No puede sorprender que la del domingo haya sido una elección de estado, sin estado; solo con los factores suficientes para generar los resultados vistos.

Lo que no ha habido es un estudio completo y exhaustivo de esta tipología muy extendida históricamente en nuestro país. Las raíces se remontan hace casi un siglo cuando surgió el PNR como prototipo que inició la tradición del carro completo. Lo que se creía superado, por mucho se ha repetido con más agandalle; sin forma de que la indignación social pudiera marcar una pauta para abandonar esos vicios.

Si el gobierno alcanza la mayoría calificada en el Congreso, la del domingo será el epílogo de la democracia que nunca se entendió.

Ahora el único camino es muy sencillo: reemplazar a China y a seguir su ejemplo, como Vietnam que han demostrado que con gobiernos anticapitalistas se puede fortalecer el capitalismo y mucho.

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