Por. Rubén Cortés

Muchos observaron, en la elección de ayer, una batalla democrática decisiva contra la intransigencia ideológica y el desprecio por la ley. Pero la mayoría de los mexicanos lo que hizo fue ratificar su felicidad por el gobierno que tiene.

Eso es lo que hay.

Nunca como ayer, los votantes mexicanos tuvieron una propuesta electoral tan clara como la de la ganadora de la elección: continuidad de la demolición de los contrapesos democráticos, y programas sociales a cambio del esfuerzo personal mínimo.

La candidata de Morena prometió modificar la Corte y el INE para que sus miembros sean electos mediante consultas populares, al estilo de los viejos países socialistas. Si cumple sus promesas, gobernará sin contrapesos de la sociedad.

Afirmó que los mexicanos no necesitan trabajar para tener un buen nivel de vida; y mientras, 23 mil trabajadores estatales, llamados Siervos de la Nación, advertían a los votantes que ni no votaban por la candidata oficialista, perdían los programas sociales.

Sin embargo, para pagar los programas sociales (y casi 30 millones de mexicanos vivieran sin trabajar o trabajando poco), el gobierno del que la ganadora de la elección emana endeudó a México, como nunca en la historia. Todo, para pagarles para que no trabajen y que voten.

México es hoy el ejemplo de una alcancía donde se saca dinero y no se echa. Este año, para cumplir la promesa de mantener los programas sociales a cambio del voto, el gobierno pidió prestados 2.2 billones de pesos: uno de cada cinco pesos gastados provino de la deuda.

El endeudamiento interno es de un billón 990 mil millones de pesos; y el endeudamiento externo es de 18 mil millones de dólares. Estas cifras no le importan a quienes votaron por la ganadora, pero ya sabrán en su momento lo que significa pan para hoy y hambre para mañana.

Así como un hogar no aguanta que la familia mantenga un nivel de gastos alto pidiendo dinero prestado al banco, un país tampoco lo aguanta. En algún momento llega la ruina. El ejemplo más reciente es Venezuela, que era más rico que México, y se le acabó todo en 12 años. Aquí van seis.

Los mexicanos tendrán pronto la posibilidad de ver qué hace la ganadora de la elección con el escenario de gobierno autocrático que hereda del actual mandatario, que es un país con ciudadanos sin presunción de inocencia y millones sin ahorros porque les quitaron las Afores.

La estructura legal que hereda la ganadora de es, en síntesis, una sociedad con ciudadanos sin posibilidad de amparo para que el gobierno mande a la cárcel a sus enemigos políticos, y que perdone desde la presidencia a los criminales que considere.

Ella decidirá si ejerce ese poder.

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